La adecuación de los 12 vertederos urbanos de Euskadi exige una inversión de 5.000 millones
Los planes directores de gestión de residuos sólidos urbanos elaborados por las tres diputaciones provinciales prevén una inversión cercana a los 5.000 millones de pesetas para que los 12 vertederos urbanos que existen en Euskadi sigan siendo operativos. El Gobierno vasco ha refundido estos tres planes en un documento, que aún no ha sido aprobado, donde se reconoce que la futura normativa de la UE sobre vertederos obligará a su readaptación técnica. La gestión de estos basureros es municipal, mancomunada -de varios municipios- o de las diputaciones.
En Euskadi existen dos clases de vertederos: los de residuos sólidos urbanos o domiciliarios y los de residuos inertes, los producidos por las empresas. Este tipo de desechos no sufren transformaciones físicas, químicas o biológicas significativas, por lo que son inactivos. En la actualidad, existen 15 compañías en el País Vasco que gestionan este tipo de residuos. Para ello, disponen de basureros que son utilizados por otras empresas. El Gobierno vasco otorga las autorizaciones y también se encarga del control de las instalaciones. Los vertederos de residuos domiciliarios son los que utilizan los ayuntamientos para depositar la basura que se produce en sus ciudades. Son los más importantes por sus dimensiones, el volumen de basura que acogen y los problemas medioambientales que pueden causar si no disponen de las condiciones técnicas precisas. A comienzos de esta década cada municipio disponía de su propio vertedero. Sin embargo, su escasa capacidad les obligó a cambiar a un modelo comarcal, donde varios ayuntamientos se agrupan en una mancomunidad y cuentan con un sólo basurero, pero de más capacidad. El director de Calidad Ambiental del Gobierno vasco, Tomás Epalza, detalla las bondades del nuevo modelo: "Este sistema admite inversiones más fuertes y los residuos se gestionan desde un punto de vista ambiental de una manera más correcta". Las diputaciones se hacen cargo de la gestión y de la financiación de los vertederos de las mancomunidades. Así, los ejecutivos forales tendrán que hacer frente en la mayoría de los casos a la inversión de 5.000 millones que precisan estas instalaciones para adecuarse a la normativa europea que está próxima a aprobarse. Planes refundidos El Ejecutivo vasco ha refundido en un documento de trabajo los planes directores de residuos urbanos diseñados por las tres diputaciones para disponer de una fotografía de la realidad actual de los basureros y afrontar mejor los retos de la propuesta de la Unión Europea. "La normativa de la UE", aclara Epalza, "ha dado muchas vueltas. Lleva varios años en fase de borrador, pero poco a poco se van concretando una serie de aspectos generales que hay que tener en cuenta a la hora de planificar". "Se trata de una directiva compleja técnicamente", asegura. Cuando se apruebe, los vertederos de la comunidad se tendrán que acomodarse a los requisitos técnicos que marque. "La gran mayoría de nuestros basureros", reconoce, "tendrán que hacer algún tipo de acomodación. Algunos deberán cerrar porque están muy cerca de llenarse". En estos casos será necesario que las diputaciones y los ayuntamientos elaboren proyectos de clausura y de colmatación. Precisamente, la Diputación de Álava y el Ayuntamiento de Vitoria han tenido sus más y sus menos sobre el futuro del vertedero de Gardelegi. El diputado de Medio Ambiente, Avelino Fernández de Quincoces (EA), acusó recientemente al consistorio de hipotecar la gestión de la basura en Álava al aplazar la adopción de medidas urgentes en Gardelegi, el único basurero urbano que existe en una provincia de 270.000 habitantes. El conflicto ha entrado en vías de solución en los últimos días. Epalza admite que cualquier situación de acomodación técnica siempre es preocupante porque exige "cambiar varias cosas. La filosofía de la gestión de residuos ha cambiado totalmente en los últimos años". En 1980, el tratamiento de los residuos pasaba por los vertederos, pero paulatinamente se están imponiendo las tendencias de minimización y valorización, por medio del reciclaje, el compostaje o el aprovechamiento energético de los residuos.
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