El encierro
Españolito que vienes al mundo te guarde Dios. Una de estas dos fotos ha de helarte el corazón. Tal vez la derecha dura esperaba que la imagen por la que tanto luchó se produciría de otra forma. Sin duda pensó que los dos condenados, un ministro socialista de Interior seguido del responsable de la Seguridad del Estado, llegarían a una cárcel moderna y aséptica después de atravesar en coche un erial de Castilla y, al toparse con los muros de hormigón, se apearían ante las cámaras y traspasarían la barrera a pie junto a la garita como dos corderitos, con la bolsa, la cazadora y las zapatillas. Los fotógrafos estarían ahí para inmortalizar ese instante y la imagen sería incorporada al archivo histórico para mostrarla en el futuro cuando fuera necesaria. Con los años esa foto se iría volviendo amarilla y de ella ya no quedaría ninguna adherencia sucia e inmediata, sino escuetamente lo que la propia imagen significaba en sí misma: un ministro socialista entrando en la cárcel por delincuente. Para quitarle esa baza a la derecha, Felipe González ha tratado de robar la foto superponiendo a esta imagen judicial otra de naturaleza política que también se irá volviendo de color sepia con el tiempo. Las futuras generaciones, en los viejos reportajes verán pancartas, banderas y puños en alto de una multitud de militantes socialistas agolpada frente a una cárcel vetusta, donde un ministro es abrazado por su ex presidente del Gobierno en la misma puerta. ¿Cómo será contemplada esta imagen dentro de medio siglo? Tal vez de la misma manera que ahora observamos tantas fotos de una España siniestra de alpargata: con el ánimo de que España está irremisiblemente dividida en dos. La derecha ha querido meter en la cárcel a un ministro socialista como delincuente y los socialistas han conseguido que entre en la cárcel como político. Estas fotos un día se volverán de color sepia. Tal vez el problema de las dos Españas estará resuelto si dentro de 50 años los habitantes de este país las contemplen sólo para saber cómo se llevaban entonces las patillas.
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