"La Universidad no camina al mismo ritmo que la sociedad"
Julio Grao (San Sebastián, 1955), vicegerente del campus de Guipúzcoa de la UPV, apuesta por una universidad que sea capaz de liderar y usar las herramientas de gestión que enseñan en los centros, pero que no han aplicado en su organización. Pregunta. ¿Existe un modelo de gestión para la Universidad? Respuesta. No hay recetas mágicas en este terreno, lo que sí se ha producido es una evolución desde una organización de masas, que tenía que responder a una demanda creciente, a una estabilización para mejorar la calidad de sus servicios y sus productos. Es difícil encontrar un modelo; hay que ir poquito a poco, limando asperezas en una organización con 500 años de existencia. Extrapolar de aquí unas conclusiones que sirvan para aplicarlo a todas las universidades occidentales es una utopía que no se va dar. Esto sirve de foro para intercambiar experiencias y aprender unos de otros. P. ¿Hasta qué punto los centros universitarios deben funcionar como empresas? R. Más que el entramado empresarial deben existir herramientas de gestión de empresas, máxime cuando en la Universidad es donde se enseñan esos métodos, donde se forma a los líderes y a los gestores de las empresas. Muchas veces no sabemos aplicarlo a nuestra propia organización. La Universidad no sólo se tiene que dedicar a enseñar o formar, sino que tiene que aprender y saber aplicar ese aprendizaje. P. ¿Tiene que cambiar con respecto a las necesidades de las empresas o al futuro laboral de los estudiantes? R. Los cambios que se están dando en la sociedad y en la economía son muy acelerados y la Universidad no está caminando al mismo ritmo. Tenemos más de 60.000 alumnos, tres campus, muchos centros y es difícil adaptar sus estructuras de hoy a mañana, a las necesidades cambiantes de la propia sociedad. Debe haber una relación más estrecha entre ambas organizaciones porque beneficiará a todas las partes. P. ¿La proliferación de centros privados en el País Vasco puede perjudicar a la universidad pública? R. Desde esta institución se ve con agrado la creación de un centro universitario como el de Mondragón, que atiende a un entramado de cooperativas al que posiblemente desde la UPV no se puede llegar. Ésta es abierta, universal y, sobre todo, generalista. Una organización universitaria pública como la del País Vasco tiene que ser lo más amplia y lo más global posible, con una oferta que sirva para todas las necesidades. Los profesores han de ser buenos docentes, buenos investigadores y, a la vez, deben ser buenos gestores, algo para lo que no se les ha formado. P. ¿El presupuesto que tienen es suficiente? R. Estamos muy alejados de lo que puede ser un presupuesto ideal para una institución que pretende entrar en las puertas del siglo XXI en condiciones competitivas con otras universidades del entorno europeo. La UPV, en cuanto a fondos de investigación, puede recibir unas cantidades importantes por el prestigio que tienen algunos equipos de investigación del campus de Guipúzcoa. Pero son irrisorios comparados con los presupuestos de investigación europeos. P. ¿Qué modelo de gestión es más acertado? R. Aquel que sea capaz de crear liderazgo. Para ello tiene que haber un mínimo de estabilidad. No se puede funcionar por elecciones temporales como los gobiernos o como las administraciones. P. Los actuales planes de estudio están resultando un fracaso entre un sector importante del alumnado. ¿Considera obligatorio revisarlos? R. Se están replanteando. Lo primero que se tiene que hacer es adaptar el número de créditos al número de horas de atención al alumno. Se han creado unos cuadros de estudios que impiden al universitario ir a tomar un café, si los sigue al dedillo. Ha habido una preocupación mayor por tener el suficiente número de alumnos para sostener la plantilla docente de las facultades, que lo que realmente atañe a la formación de los futuros cuadros de nuestra sociedad.
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