Isabel Allende: "Un genocida chileno dirige una misión de paz de la ONU"
El brigadier general chileno Sergio Espinosa Davies, jefe de la misión de paz de la ONU en la frontera entre India y Pakistán, integró hace 25 años en Chile un consejo de guerra formado tras el golpe de Pinochet, que modificó una sentencia ya resuelta y que significó el fusilamiento de cuatro dirigentes del Partido Socialista en Iquique (norte del país).
Los cuatro dirigentes, según la denuncia que realizó el martes en la Cámara de Diputados chilena Isabel Allende, diputada socialista e hija del presidente Salvador Allende, derrocado el 11 de septiembre de 1973, habían sido condenados a 10 años de cárcel.La parlamentaria explicó ayer a EL PAÍS que la viuda de uno de los fusilados, cuyos restos jamás fueron encontrados, denunció el caso a partir de las declaraciones ante el juez de un cabo que formó parte del pelotón de fusilamiento. El alto mando del Ejército contestó una carta de la viuda replicando que los oficiales están obligados a integrar los consejos de guerra, pero en ningún caso a cambiar una sentencia.
Espinosa Davies era capitán cuando el 29 de octubre de 1973 el consejo de guerra modificó la sentencia, con la oposición del exauditor del Ejército Juan Sinn Bruno, que ejercía de fiscal, según detalló Isabel Allende, para quien "es insólito que a propuesta del Gobierno de Chile este oficial integre una misión de la ONU. Es decir, nuestro Gobierno no está informado de su pasado".
Señales esperanzadoras
La denuncia de la hija del presidente derrocado se produce en vísperas de cumplirse 25 años del sangriento golpe encabezado por el general Augusto Pinochet, hoy senador vitalicio y recuerdo permanente de la dictadura militar que sojuzgó a los chilenos durante 17 años. Isabel Allende pide "más verdad y más justicia para que haya una verdadera reconciliación" y recuerda que no puede poner "al mismo nivel a los torturados y los torturadores", aunque reconoce que en los últimos días se han producido en Chile algunas señales esperanzadoras.La más destacable es que éste será el último año que se celebre el 11 de septiembre como un día festivo. El decreto contó con la firma de Pinochet, que había vetado sistemáticamente todo intento de los partidos democráticos de eliminar dicha festividad. No lo hizo de buena gana, sino forzado por las circunstancias de verse derrotado en el Parlamento y un día después de declarar que el 11 de septiembre era una fecha tan histórica como el día en que Chile alcanzó la independencia.
Otra de las señales del nuevo signo de los tiempos es que este año, tres ramas de las Fuerzas Armadas (Marina, Fuerza Aérea y Carabineros) han decidido no celebrar el 11 de septiembre como hacían hasta ahora. Sólo el Ejército, de donde procede Pinochet, ha organizado una misa.
Una última señal es que a la misa por la unidad que tuvo lugar el martes por la noche en la capital chilena, asistió el jefe del Ejército, general Ricardo Izurieta, y buena parte de la cúpula militar. Es decir, estaban las Fuerzas Armadas, pero no la dictadura.
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