Los pioneros del arte mestizo
"Yo no haría a Superman". Lo dice Pero Pepe Canela, un joven de 31 años que, por mucho que le duela, lo hace. "Yo lo dejaría así", asegura junto a un maniquí hecho a base de alambres y que en breve tendrá que cubrir de cartón y pintar hasta que quede como el personaje de cómic. "Pero tenemos que vivir de encargos porque de lo que nos gusta hacer no se puede". Lo que les gustaría hacer es dedicarse al arte. A él, a Zapata, que también se llama Pepe, y a Daniel Garracón, los tres integrantes del colectivo malagueño Artarte, que sobrevive gracias al reciclaje de objetos que otros tiran a la basura. Un colectivo que comenzó hace 10 años con el taller en un patio, con muchas más personas y con un objetivo bien definido "dentro de la vorágine": intercambiar con otras personas técnicas artísticas hasta hartarse. Un intercambio que les llevó a dar con la clave del "mestizaje del arte": pintura, escultura, cine, teatro y todo lo que cabe en la nave industrial donde tienen ahora su taller. La primera oportunidad les llegó cuando tuvieron que decorar el Café Teatro Calle Bruselas, en el centro de Málaga. Luego todo fue más fácil. Les llovieron los encargos: el Bar Medievo, también en Málaga, una maqueta de 6,5 metros para el techo de un Burger King, la discoteca La Central en Puerto Marina de Benalmádena, uno de los templos de la movida nocturna, y un sinfín de decorados para obras teatrales y para cortos de cine que ruedan ellos mismos. Pero lo tienen claro: "La decoración es medio para comerte un bocadillo mientras estás haciendo verdadero arte". A pesar de todo, es una decoración que huye de los catálogos y de lo que pueda resultar estándar. "Nosotros nos somos decoradores sino creadores. Nos dedicamos a resolver problemas estéticos". Lo hacen en su nave industrial junto a un vertedero del Camino de San Rafael, a las afueras de Málaga, donde se puede encontrar desde un ventilador sobre un caballete a botellas de plástico vacías. Cosas de las que sólo hay que encontrar el todo al que pertenecen para que se conviertan en arte. Zapata tiene 29 años, perilla y, por el pantalón de peto que lleva sin camisa, cierto aspecto de leñador. Pero no es artesano, ni carpintero. Es "creador". No porque abandonase la Escuela de Artes y Oficios tras un año, que es lo de menos, sino por lo que es capaz de hacer. Su próximo proyecto: una fotonovela. Pero "no de las cutres", aclara, sino con temática fantástica, donde los personajes son insectos construidos con partes de muebles que han encontrado en la calle. Canela, por su parte, intenta "pintar el aire y cosas que no se pueden tocar. Todo un reto". Los lienzos recién comprados son un objeto raro en la nave industrial, donde casi todo procede de la calle y está usado. "Aunque el reciclaje normalmente no lo usamos en la decoración, salvo que sea para ambientes rústicos o underground", aclara Zapata. Y añade: "A la gente le gustan las cosas nuevas". "La madera se tira a toneladas porque está sucia". Es la misma que se encuentra luego en su taller convertida, eso sí, en una nave espacial o en una casa de muñecas. "Aquí respetamos el medio ambiente y queremos huir del ideal mercantilista" asegura Zapata. Y puntualiza: "Eso no quiere decir que no nos importe el dinero". De hecho, no desperdician la oportunidad de ir a ferias de arte o de colocar las obras que realizan. "El tiempo discurre más lento en Málaga que en otras ciudades. Pero tampoco está mal. Aunque el arte tenga menos salidas aquí que en Barcelona, allí hay muchos más artistas por metro cuadrado", se conforma Zapata.
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