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"Lo difícil de un artista es sobrevivir al contexto de su época"

Jaume Plensa tiene 43 años y está contento. No sólo por tenerlos, sino porque ahora, afirma, empieza a tener una edad en la que puede empezar a decir algunas cosas. Antes ya hubo hallazgos puntuales; pero él los ve, ahora, como meras aproximaciones a sus aspiraciones. "Lo difícil para un artista es sobrevivir al contexto de su época", y ésta es una aspiración cuya respuesta sólo puede darla el tiempo.También está contento Plensa porque el círculo de gente que entiende y estima su obra se amplía cada vez más. Su programa internacional, por ejemplo, es apabullante. En estos momentos, tiene exposiciones en Caracas y Verona; prepara otras para Hannover -en la Kestner Gesllschaft-, Viena, Salzburgo, Tokio, Chicago, Barcelona y Madrid -el Reina Sofía cerrará 1999 con una muestra suya en el Palacio de Velázquez- , y está a punto de instalar distintas obras públicas en Kimpo (Corea), Estocolmo (Suecia), Girona, Lleida y La Réunion (Francia).

"Sí, creo que la gente entiende que la historia siempre es la misma, aunque parezca muy diversa, pero que intento aproximarme desde puntos de vista diferentes", afirma. En sus obras públicas, Plensa utiliza cada vez más la luz -en Jerusalén, una escultura consistía en un gran rayo de luz que por la noche podía divisarse en toda la ciudad- o objetos que puedan ser utilizados sin problemas, como mesas, sillas o espacios cerrados en donde refugiarse.

Reflexión positiva

"La luz la utilizo como una fiesta. Es lo que mejor puede representar la belleza, lo mejor que tiene cada uno dentro. La utilizo como el sonido [algunas de sus obras están realizadas con gongs de sonido grave que reverbera en el interior de quien los utiliza]. Son ideas muy abstractas, imposibles, elementales, pero creo que generan una actitud de reflexión muy positiva. En estos momentos, me parece importar intentar indagar en lo bueno que tiene cada uno, y por eso creo que funcionan bien a nivel de gente. Es un trabajo que no pretende investigar temas de percepción o gramaticales, sino que se trata de generar percepciones emotivas, positivas o negativas, pero emotivas. Por eso me gusta que la escultura sea física, que te den ganas de tocarla. Aunque en el espacio público soy muy cuidadoso porque no quiero obligar a nadie a nada y tampoco pretendo llenar el espacio de objetos u obstáculos. Ahora, afortunadamente, los arquitectos son los que hacen los monumentos y la conmemoración, que era el papel de los escultores en el siglo pasado. Nosotros vivimos ahora un momento precioso porque podemos volver a lo esencial de la escultura".Plensa utiliza diferentes técnicas escultóricas -desde el hierro hasta el alabastro, pasando por el aluminio, el cristal, las palabras o la luz- y se nutre de distintas disciplinas. Dibuja, hace fotografías -en la exposición Dallas? Caracas?, que ha presentado en estas dos ciudades exhibe por primera vez una serie de 200 imágenes panorámicas de cocinas de estos lugares-, escribe.... Sus poemas acabarán, posiblemente, en un libro que promete ser estimulante.

Para él todo es lo mismo, aunque se dice escultor. "El arte no es un problema de técnica. Si un artista se encuentra confortable en un medio no puede ser criticado porque es un lenguaje obsoleto ni ensalzado porque es de vanguardia. Mi medio es la escultura y además, pienso que es apasionante porque se encontraba en un momento de decrepitud absoluta. Mi obsesión es intentar resolver la escultura desde dentro. Me gusta, es el único medio en arte que con lo físico puedes hablar de lo abstracto".

Tal vez sea por eso, porque le gusta esta manera de trascender lo inmediato que tiene el arte, que afirma tajante: "Detesto el arte periodístico, no me interesa en absoluto. El arte inevitablemente es social y por eso me parece redundante que alguien haga arte social. Es como la poesía. Lo bueno que tiene es el enigma que genera. Decía Duchamp que el arte es como una piscina negra. Navegas en la oscuridad siguiendo unas intuiciones que ni tu mismo puedes explicarte. El momento mágico se produce cuando una obra es un descubrimiento no sólo para el que la mira sino también para el artista. Es entonces cuando es revolucionario".

Respecto a los museos, Plensa se muestra crítico aunque esperanzado. "El museo se ha convertido en un lugar de poder y el artista tiene que tener cuidado porque la obra tiene que estar por encima del museo o de la galería. No se puede justificar una obra sólo porque está en un museo y últimamente esto se ha hecho demasiado. En este final de siglo que vivimos no hay nada que sea verdad o mentira y cada uno tiene que generar su propia ética de las cosas. A nuestra cultura no le sobran museos ni gente, cuantos más haya mejor; lo único que digo es que hay que ofrecer calidad, no tiqués de entrada".

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