El armador del "Briz III" pide que un diplomático le acompañe a Gambia

"El juez de Gambia lo que quiere es que se le ponga la pasta en la mano y sólo entonces nos dejará en paz", manifestó ayer Ángel Fernández, armador del Briz III, el barco donde trabajaban los dos marineros de Huelva que permanecen retenidos en Gambia. El armador firmó el crédito concedido por El Monte Caja de Huelva y Sevilla para pagar la multa de 38 millones de pesetas impuesta por las autoridades gambianas para liberar a Antonio Lozano y Domingo López, patrón y jefe de máquinas del buque, respectivamente. Ángel Fernández partirá el lunes desde Huelva hacia Gambia con el dinero. El naviero advirtió ayer que aunque al Gobierno central español no quiere "ni oírlo mencionar", necesita que le acompañe algún diplomático, "para que ejerza presión, no vayan los gambianos a cambiar de opinión a última hora". El armador se refirió a la situación de los pescadores: "No están bajo la protección del consulado español ni nada. Únicamente cuentan con la protección de Biri Biri, ex jugador del Sevilla y actual alcalde de Banjul, capital de Gambia, que ha sido quien se ha volcado en atenciones" con los pescadores. Medallas "Nos ha ayudado El Monte al prestarnos el dinero, gracias a la mediación del PSOE y de la Junta de Andalucía" añadió. "Que no se ponga medallas quien no le corresponde. Los demás, medallas, ni una", señaló en referencia, sin citarlos, al Gobierno central y al Partido Popular de Huelva, a quien recurrieron en un principio. "A Domingo López, el maquinista, es al único que no pegaron los guardias gambianos. Se supo escabullir. Al patrón, Antonio Lozano, lo brearon. A los 16 tripulantes senegaleses del barco no los tocaron", relató Ángel Fernández con la angustia marcada en la cara. Los dos marineros podrían regresar la próxima semana a España en avión. Antes conducirán el barco hasta Senegal. El armador explicó que los marineros están retenidos en un hotel, a cuenta de la compañía: "Antonio y Domingo están bien físicamente. Hay un chaval de Sevilla por allí que va a verlos todos los días y los distrae. Pero anímicamente arrastran una carga terrible. Se echan a llorar a la mínima", explicó.