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Tribuna
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Bombas contra espermatozoides

Wag the dog, película aquí traducida como Cortina de humo, fue el punto de máxima expectación del festival de Berlín, a mediados del pasado mes de febrero. Las razones del tenso alboroto que formó, tras su proyección, la presencia ante un millar de periodistas de todo el mundo de su productor y protagonista, Robert de Niro, sonaban a política, a sucia política, por los cuatro costados. El filme se basa en un relato titulado Un héroe americano, escrito por un tal Larry Beinhardt. El libro cayó en manos de David Mamet, uno de los más solventes guionistas del cine estadounidense, que es de los que no tienen pelos en la pluma, y que, con soltura y sagacidad, convirtió el tono festivo e irónico de esta sesgada crónica de las aventuras de alcoba de Bill Clinton, en una esperpéntica y despiadada metáfora sobre la oscura trastienda de la función de gendarme del mundo que EE UU se arroga y, de forma más virulenta aún, sobre la capacidad de los medios audiovisuales norteamericanos para moldear como si fuera de arcilla la opinión pública de su país.

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Wag the dog cuenta (entonces pareció una farsa inimaginable y enloquecida, pero ahora no tanto) el desarrollo de una maniobra de distracción de la opinión pública estadounidense ante un escabroso lío de cama de su presidente. Para contrarrestar la caída en picado de la popularidad de su jefe, que ha sido pillado in fraganti con una Lewinsky de turno, un fontanero de la Casa Blanca (Robert de Niro) contrata a un productor de shows televisivos de Hollywood (Dustin Hoffman) para que urda y ponga en escena ante las cámaras de la televisión una ficción, una patraña falsamente informativa, destinada a engañar a la población: los servicios de inteligencia han descubierto un nido de terroristas en Albania y el Pentágono se dispone, por estrictas órdenes presidenciales, a acabar con él en una fulminante operación de castigo.

Bombas contra espermatozoides. El país deja de considerar a su presidente un golfo, su (fingida) decisión guerrera le convierte en un héroe nacional y la, horas antes, maltrecha popularidad del inquilino de la Casa Blanca se recupera de manera fulminante.

Extraño cóctel

La fontanería presidencial triunfa de un hachazo y Mamet pone en pie una trama cómica de gran dureza, en la que una combinación entre felaciones presidenciales impropias, falsos discípulos albaneses de Sadam Husein y una aterradora visión de la credulidad del electorado estadounidense y de su entusiasmo ante gestos de afirmación nacional violenta fuera de sus fronteras, se convierte en un endemoniado cóctel, que si era revulsivo en febrero, ahora, en este final de agosto, adquiere un cariz explosivo. Ante la prensa berlinesa, Robert de Niro eludió responder si creía posible que un disparate de este calibre se hiciese realidad. Pero añadió, con una sonrisa de elocuente cinismo: "El relato no pretende reflejar la situación de Clinton. Quizás es su situación la que se inspira en el relato".

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