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Vázquez Montalbán ve en su "Galíndez" a un ser torturado

Cuando Manuel Vázquez Montalbán oyó hablar por primera vez de Galíndez estaba en la universidad. Fue en 1956. Se le quedó grabado. Oyó que habían secuestrado en Nueva York a un representante del PNV y lo habían llevado a la República Dominicana. El escritor leyó a partir de entonces y durante años todo lo que le caía en las manos sobre aquél personaje real, que luego protagonizaría una historia inventada por él, a medio camino entre la verdad y la ficción, en su novela Galíndez.

Como suele suceder en los procesos de incubación de lo que luego va a ser un libro, explica el escritor, se te empieza a generar una obsesión sobre el personaje. A él le pasó con Galíndez: "Es la soledad del hombre torturado, que intenta defenderse de ese sufrimiento para sobrevivir". Esta es la novela de Vázquez Montalbán elegida para ser analizada en el curso La creación del personaje en la novela, que se clausuró ayer en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en Santander.

Las conclusiones de este seminario fueron expuestas ayer por su director, el escritor José María Guelbelnzu: "La reivindicación del lenguaje como algo capaz de crear una alternativa a la realidad, se ha constituido de modo contundente. Ese lenguaje capaz de crear una individualidad es una de las alternativas más interesantes a la masificación. Si antes el personaje condicionaba a la novela, ahora se ha invertido. Posiblemente el reducto que le queda a la novela es esa relación del lector en soledad con el texto".

Construir personajes

Vázquez Montalbán dice sobre la creación de los personajes que éstos "se van construyendo en función de la mismidad que le das desde el primer momento. Adquiere una entidad que va creciendo a lo largo de la obra en función de su propia conducta de su relación con los demás personajes. Hay personajes que los tienes muy bien delimitados desde el comienzo al final y otras veces crecen con la obra y que adquieren una importancia que no calculabas".Vázquez Montalbán piensa que "no hay que catalogar tanto a los jóvenes. La gente crece, para bien o para mal, acumula vivencias, de las que parte la materia de la escritura, el almacén de datos sobre la vida. Los jóvenes tienden a escoger lo más gordo de lo que les ha pasado para contarlo, lo que no es siempre un buen recurso. Pero hay que tolerarles porque todos hemos hecho lo mismo".

El escritor dice que las novelas de los jóvenes casi parecen baladas de rock, y es que la tendencia fundamental de los escritores primerizos es la confesionalidad, los personajes basados en ellos mismos: "Los escritores jóvenes intentan camuflarse a sí mismos a través de héroes, pero es algo que se nota muchísimo al leer sus novelas. Es un problema de tiempo porque a los 20 años se tiene un recorrido vital muy escaso. Otro recurso es hablar de lo que sabes porque tengas experiencia culta, como Prada".

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