Atentado contra el capellán del Ejército guatemalteco

El capellán del Ejército guatemalteco, Sebastiano Crestani, fue tiroteado en la tarde del lunes por un grupo de individuos que lo alcanzó en las puertas de la parroquia de San Carlos Borromeo, en la capital del país. El sacerdote, de origen italiano, recibió cuatro impactos de bala en abdomen, rostro y glúteo, y se encuentra en estado muy grave.El atentado contra Crestani se produjo dos horas antes de la llegada a Guatemala del secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien tras entrevistarse con la jerarquía eclesiástica, condenó el atentado contra Crestani. Hace tres meses del asesinato del obispo Juan Gerardi, coordinador de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA), poco después presentar un informe sobre las atrocidades perpetradas durante 36 años de guerra civil. En este contexto, la Iglesia católica empieza a hablar ya de una "confabulación", según el término que empleó ayer el arzobispo metropolitano, Próspero Penados. El sucesor de Gerardi, Mario Ríos Montt, fue más directo: "Después de esto no hay duda de que hay sectores que quieren que las cosas no funcionen, y tampoco aceptan la labor de la Iglesia".

El Ejército, siempre en el ojo del huracán, se apresuró a condenar el ataque contra Crestani, "quien se ha dedicado a predicar la palabra de Dios a los soldados".

El caso Gerardi, mientras tanto, sigue levantando polvareda. Ahora la polémica se ha centrado en Ronalth Ochaeta, director de la ODHA, quien durante un reciente viaje a España acusó a dos militares de estar implicados. Esta afirmación provocó sorpresa en Guatemala y cierto malestar en el arzobispado, que quedó patente cuando el obispo Ríos Montt sugirió que la declaración de su subordinado no tenía fundamento. Ayer, la Comisión de Alto Nivel creada por el Gobierno para seguir el caso protestó porque Ochaeta no ha aportado pruebas ni testigos al respecto.