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El museo Guggenheim se transforma para mostrar 5.000 años de arte chino

Los aspectos innovadores centran la exposición

El arte contemporáneo ha quedado relegado en el Museo Guggenheim Bilbao. Dos terceras partes del edificio están ocupadas por una exposición dedicada al arte chino, que recorre las principales innovaciones artísticas de los últimos en 5.000 años. El director de la Fundación Guggenheim, Thomas Krens, recordó ayer que China: 5.000 años representa "la vanguardia perpetua". La muestra, integrada por las misma obras que en Nueva York, se inaugura hoy.

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Krens se refirió ayer a las palabras del comisario de la parte antigua de la exposición, Sherman Lee, ex director del Museo de Cleveland, para definir la filosofía que impulsó su organización. Lee propuso un recorrido por "la innovación y la transformación" de la cultura china en sus 5.000 años de supervivencia ininterrumpida, ignorada en Occidente por un enfoque monolítico. Así, la muestra se dividió en dos grandes apartados: el de la China antigua y el que refleja el arte moderno y contemporáneo. "La continua innovación del arte chino representaba una vanguardia perpetua", dijo Krens.Las enormes dimensiones de la exposición, integrada por 500 piezas datadas entre el Neolítico y finales del siglo XX, obligaron a presentarla en Nueva York divida entre los dos museos Guggenheim de la ciudad, el de la Quinta Avenida y el del SoHo. En Bilbao, en cambio, el Guggenheim dispone de espacio suficiente para unificarla. El contenido en ambos casos, ha sido prácticamente idéntico, a excepción de unas pinturas que por las dificultades de conservación sólo fueron prestadas por las autoridades chinas durante dos meses. "El edificio de Bilbao añade pasión", puntualizó la directora del proyecto Jane Debevoise.

Arata Isozaki

Las variaciones afectan fundamentalmente a la distribución y el recorrido propuesto a los visitantes. Los técnicos del Guggenheim han contado en este montaje con el asesoramiento del arquitecto de origen japonés Arata Isozaki. Krens consideraba fundamental su participación para crear un clima de exhibición que se adaptará a las piezas orientales y a la singularidad del museo de Bilbao.Isozaki, amigo personal de Krens y autor de la reforma del edificio que alberga el Guggenheim del SoHo, sugirió, por ejemplo, la utilización simbólica de los colores que es tradicional en China. El atrio del museo recibe a los visitantes con cuatro esbeltas columnas pintadas de blanco, azul, negro y rojo. Cada una de ellas representa uno de los puntos cardinales en la tradición china. Sobre ellas una caligrafía transcribe un poema, que habla del significado simbólico de las direcciones.

A partir de ahí, el recorrido comienza por la época más remota. La primera parte de la exposición fue dividida en siete secciones, clasificadas según las técnicas empleadas y luego ordenadas cronológicamente.

Las obras más antiguas son las piezas de jade procedentes del Neolítico. En el sosegado ambiente creado por la utilización del color blanco en las salas, la trayectoria prosigue por los bronces, la cerámica funeraria, la porcelana, la escultura y la caligrafía.

La estrella de la exposición es el grupo formado por cuatro guerreros y un caballo de terracota, procedente del célebre yacimiento de la dinastía Quin, descubierto casualmente por un campesino en 1974. El hallazgo resultó descomunal: fueron desenterrados 7.000 guerreros de tamaño superior al natural, todos ellos con el rostro diferente, modelados dos siglos antes de Cristo.

China: 5.000 años pretende atraer a todos los públicos, incluidos los eruditos interesados por conocer piezas descubiertas hace menos de 20 años que por vez primera salen de China. "Es una presentación sorprendente que sirve para retar algunos de los conceptos tradicionales de la cultura china", afirmo Krens.

El enfoque sobre la innovación y la transformación de las artes tiene un origen plural. Medio centenar de instituciones chinas, procedentes de 17 de las 22 provincias del país que alberga al 20 % de la población mundial, han prestado obras. El resultado permite presumir al Guggenheim de haber organizado la muestra sobre China más completa de la historia.

"Intentamos demostrar que es una cultura de gran diversidad en el pasado y en el presente", explicó Debevoise. "En China la tradición es importante, pero mira al futuro y es innovadora y progresista".

La parte moderna presenta el arte de los últimos 150 años y la tensión que han mantenido tradición y modernidad. A través de pinturas al óleo, sobre rollo, obra gráfica y guohuas (pinturas tradicionales con tinta y color) la selección de obras intenta contraponer el grado de aceptación o rechazo de los convencionalismos occidentales. Entre las obras seleccionadas, hay pinturas realizadas en la década de los 90.

La realización de muestra sobre cultura china ha costado cuatro años de trabajo y refleja la política de exposiciones impulsada en los últimos años por Krens.

El nombre Guggenheim sigue indisolublemente unido al arte contemporáneo occidental, pero quiere abrirse a otras manifestaciones. Ya lo hizo hace dos años con una exposición de arte africano, pero hasta ahora no había llegado a terrenos más propios de la arqueología y el arte medieval, como ha ocurrido con China: 5.000 años.

En Nueva York, la exposición tuvo entre el 3 de febrero y el 6 de junio 410.000 visitantes, con una media diaria de 4.500 personas. El Guggenheim Bilbao la ha recibido con las máximas expectativas, aunque por el momento prefieren no fijar objetivos sobre asistencia.

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