Una hermosa fábula

Partiendo de películas de producción plurinacional basadas en el cambio de milenio, La primera noche... es una fábula hermosa, inspirada y coral, que marca el inicio de la carrera como guionista de Elvira Lindo, veterana en similares quehaceres en radio y televisión. Con varias historias entrelazadas, la situación temporal en la Nochevieja de 1999, y en escenarios de la periferia madrileña, el filme propone una tierna e irónica revisitación del nacimiento de Jesús. Pero en el aire deja la sospecha de que el milenio que viene tendrá que ser más solidario, más atento a las diferencias, más tolerante.

Con aire de fábula, pero con los pies en la tierra, el filme es un surreal, insospechado cruce entre El ángel exterminador (a todos los personajes parece condenarlos un azar que les impide, como en el filme de Buñuel, salir del mismo escenario, en este caso una de las autopistas periféricas de Madrid) y cualquier versión de la fordiana Tres padrinos, aunque aquí los Reyes Magos no son tres pistoleros tocados por la Gracia, sino tres perdidos turistas alemanes.

El filme tiene muchos puntos de fuerza, todos los cuales revierten en él para convertirlo en una comedia llena de recovecos, sin buenos ni malos; un constante encadenamiento de gags llenos de humor y guiños inteligentes: ¡hay que ver la comparecencia de Muñoz Molina, entrevistado por Belinda Washington!

Personajes dibujados con pocos trazos, situaciones desopilantes y una acerada, punzante mirada hacia esa zona de frontera que es la tierra de nadie que separa chabolas de barrios acomodados, en la que conviven nuevos ricos y marginales; buena dirección de un elenco que presenta una estupenda mezcla entre veteranos (Alfonso, Lizarán, Gutiérrez Caba, Zarzo) y novísimos (Watling, los dos Fuentes, el niño Garcés), entre rostros conocidos y muy poco vistos, como la propia guionista, en un inefable papel de guardia civil. Más una dirección sabia, atenta a los detalles y jamás grandilocuente, una gentileza del debutante Albaladejo, a quien hay que seguir de cerca. La primera noche de mi vida es una de las comedias más inteligentes logradas del último cine español. Y lo es, y se trata de un mérito enorme, a partir de elementos que nada tienen que ver con el distanciamiento sino con la complicidad; aquí nadie mira a nadie desde un pedestal, porque de lo que se trata es de dar cuenta de la propia vida, y no de ninguna de sus múltiples representaciones.