Pacto lingüístico
Mientras el partido que gobierna la Generalitat y el Consell Valencià de Cultura siguen representando la farsa vergonzante de un supuesto pacto lingüístico, y con el beneplácito de unos y el silencio cobarde de otros se cubre día a día de oprobio la memoria y la obra de varias generaciones de valencianos comprometidos con la recuperación de la lengua propia, cuya actitud cívica y responsabilidad histórica (único referente de cierta normalidad de que ha gozado nuestra cultura durante este siglo) es ahora, sin embargo, puesta bajo sospecha y en plano de igualdad con la barbarie, la ignorancia y la mezquindad de los promotores políticos y mediáticos de eso que se ha dado en llamar conflicto lingüístico (invento estupendo para bloquear y dar al traste con cualquier intento de normalización cultural y lingüística de este país), a muchos pasaría inadvertido -entre tanta miseria- el homenaje que el pasado viernes se rindió a Matilde Salvador en el Palau de la Música, en el que la compositora de Castelló (vetada para formar parte del Consell Valencià de Cultura por catalanista) volvió a dar un nuevo testimonio de dignidad como ya tan pocos son capaces. En la segunda parte del concierto se interpretó su cantata Les hores sobre poemas del libro homónimo de Salvador Espriu, y aunque los mismos de siempre (los sumidos en conflicto: con ellos mismos) pretendieron traducir al castellano el texto catalán en el programa de mano, no lo consiguieron. Sonó la música de Matilde, y con ella se escuchó perceptiblemente elevarse sobre el Palau la evidencia de que los versos catalanes de Espriu dichos por voces de aquí con acentos de aquí no eran sino versos valencianos. Lástima que no estuviesen presentes allí el profesor Grisolía y sus amigos: demasiada lucidez y demasiada dignidad para sus pobres espíritus.- Josep Enric Giménez Miralles. Valencia.
Reurbanización
Los vecinos de la avenida de Pío XII, tramo del río hasta General Avilés, recibimos el pasado diciembre una carta firmada por la alcaldesa de Valencia en la que anunciaba la proximidad de las obras de reurbanización de la misma. Entendimos la comunicación como una forma de hablar propia de la técnica urbanística, pues la verdad es que esta avenida no ha estado nunca definitivamente urbanizada y referirse a su "reurbanización" es un sarcasmo. Pasados siete meses, que no son muchos, si se consideran los 25 años de espera, al menos en lo que a nuestra finca (en el número 28) se refiere, llamamos al teléfono que nos indica la carta de la alcaldía. La corrección con que somos atendidos no nos puede dejar satisfechos: parece que la prioridad del Palacio de Congresos ha pospuesto actuaciones referidas al paso inferior de General Avilés y el resto no se contempla de momento. Es decir, dificultades necesariamente conocidas en el momento de redactar y enviar la cartita. 25 años dan para mucho, hasta para cifrar la aportación de todos los vecinos en forma de IBI en totales ciertamente cuantiosos, a cambio de un tráfico caótico en el cruce con la avenida de Campanar, invasión de coches en las aceras, alumbrado con farolas de segundo uso, intrusismo de aparcacoches, coches en doble fila o permanentemente instalados ante una escuela pública, insuficiencia de contenedores de basura, solares sin cerrar y edificios ruinosos, inmundicias de los animales domésticos, falta de vigilancia... Un magnífico itinerario de acceso al Palacio de Congresos, cuya grandiosidad y hasta necesidad tendríamos plenamente como propias, si no fuera por la sospecha de que su sobrecoste ha sido pagado a costa de lo que legítimamente tenemos derecho a esperar de nuestro Ayuntamiento. El técnico municipal no ha podido decirme que las elecciones municipales no se contemplan de momento. He decidido conservar la carta como documento electoral de consulta.- Manuel Martínez Muñoz. Valencia.
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