La inútil ofensiva
La ofensiva militar lanzada ayer por Ejército y policía de Serbia contra Belacevac, localidad controlada por el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), era previsible. Es un intento más de asfixiar rápidamente una insurrección que Belgrado ha infravalorado. Incluso con éxito es ya inútil. La guerra en Kosovo comenzó con una huida hacia adelante del presidente serbio Slobodan Milosevic. Sus reveses institucionales en su pulso con Montenegro le llevaron otra vez a buscar un conflicto para forzar la cohesión interna. Pero sus posibilidades en este sentido se han reducido drásticamente. También esta vez serán los serbios los perdedores. Y otra vez por culpa de Milosevic. Porque ya es inviable su objetivo de darle la vuelta a la realidad demográfica de Kosovo por medio de la fuerza militar. Tan inviable como pretender forzar la permanencia de los albaneses kosovares en una Serbia bajo Milosevic.Serbia ha perdido Kosovo, al menos su mayor parte. La cantidad de sangre que corra ahora en este conflicto será directamente proporcional a la resistencia de Belgrado a reconocer este hecho. El norteamericano Richard Holbrooke ha fracasado en su misión mediadora porque partía de premisas hoy ya falsas. Intentar convencer a los combatientes albaneses para que poco menos que retornen al régimen de segregación institucional es un esfuerzo gratuito. Milosevic, por su parte, ya solo se fía de su aparato militar y, en cierta medida, de la protección de Moscú. De momento existe.
La UE puede decir misa en contra de la independencia de Kosovo. Sólo retrasará este final. Milosevic dinamitó Yugoslavia. Ya ha destruido también Serbia. La UE debería olvidarse por tanto de escenarios imposibles y comenzar a elaborar propuestas de confederación entre iguales. Con un Kosovo albanés e implicando a Macedonia y Albania. Todo ello para impedir que la guerra se extienda. Lo demás son ya brindis al sol.
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