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ENCUENTRO DE SUPERPOTENCIAS

De la diplomacia del pimpón al pragmatismo

Veintiséis años han pasado desde el histórico viaje de Richard Nixon a Pekín, que marcó el reinicio de contactos entre Estados Unidos y China (oficialmente la apertura de relaciones se hizo en 1979 durante la presidencia de Jimmy Carter), al que inicia esta semana Bill Clinton. Del realismo que inspiró la diplomacia del pimpón instaurada por Henry Kissinger al espíritu pragmático con el que el actual inquilino de la Casa Blanca ha anunciado que llevará en su equipaje han pasado más de dos décadas y media. En ese interín, otros tres presidentes norteamericanos fueron a China: Gerald Ford (1975), Ronald Reagan (1984) y George Bush (1989). Y dos líderes chinos correspondieron con una suya a Estados Unidos: Deng Xiaoping (1979) y Jiang Zemin (1997).Sólo un presidente demócrata, Bill Clinton, ha viajado a China. Sin duda, los republicanos norteamericanos han comprendido mejor al gigante asiático y sobre todo la necesidad de no condicionar la cooperación al desarrollo de la democracia en China. Dos furibundos anticomunistas como Kissinger y Nixon se entendieron muy bien con Mao Zedong. No fue una casualidad, porque a ambas partes les movía el pragmatismo. En aquel entonces de lo que se trataba era de crear una alianza para frenar el poderío militar de la Unión Soviética y su influencia en Asia.

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La sintonía de Bush

Y fue otro republicano como Bush quien mejor sintonizó con Pekín. No en balde fue el primer embajador norteamericano en China tras el establecimiento de relaciones. Antes de los sangrientos sucesos de Tiananmen advertía a quienes desde el Congreso reclamaban la suspensión de la cláusula de nación más favorecida hasta que China no mejorara la situación de los derechos humanos sobre las perniciosas consecuencias que tendría para la estabilidad de la región asiática y para el mundo el aislamiento del país más poblado del planeta.El episodio de Tiananmen, en junio de 1989, iba a marcar un antes y un después. La Casa Blanca de Bush se vio obligada a regañadientes a imponer sanciones diplomáticas y comerciales a China aún consciente de que con medidas de presión ni EEUU ni Occidente conseguirían grandes cosas. Desde entonces a hoy las fricciones entre los dos países han sido constantes. Taiwan (en particular, la crisis de los misiles en 1996) y los disidentes han sido objeto de disputa. Pero es en el comercio donde se cierne la mayor amenaza en las relaciones bilaterales. Pekín se siente vejado ante los obstáculos que Washington le impone para entrar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y Washington, frustrado ante la lentitud china a desmantelar las barreras proteccionistas, pongan fin a la piratería y, en definitiva, practiquen transparencia en sus normas comerciales. El déficit comercial de EEUU con China ascendió el año pasado a 50.000 millones de dólares (7,7 billones de pesetas).

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