Trueno de guitarras en Anoeta
Rock"amplona Festival, la concentración metálica que iba a celebrarse esta tarde en la plaza de toros de la capital navarra, ha encontrado finalmente acomodo en el velódromo Anoeta de la capital guipuzcoana. Pero, salvando el cambio de ubicación, el multitudinario acto seguirá el guión previsto: a las 16.00 se procederá a la apertura de puertas y dos horas más tarde saldrá al escenario el grupo madrileño A Palo Seko; de 19.00 a 19.45 actuará Coal Chamber; de 20.15 a 21.00 tocará Soulfly; de 21.30 a 22.30 asumirá el protagonismo Slayer; y a las 23.00 se podrá degustar el plato fuerte de la velada, la única actuación en España de los históricos Black Sabbath con Ozzy Osbourne, su cantante original, al frente. El precio de la entrada es de 5.000 pesetas. Black Sabbath, formado en 1967 en Birmingham (Inglaterra), fue uno de los grupos más influyentes durante los años setenta. Durante su época dorada, al no poder rivalizar técnicamente con contemporáneos de la talla de Led Zeppelin y Deep Purple, el conjunto tomó la acertada decisión de apostar por la contundencia, la llaneza de los riffs y el oscurantismo. Su tenebroso hard rock adquirió con el tiempo tintes sinfónicos y evolucionó hacia el heavy metal, género del que muchos aficionados le atribuyen paternidad. El esplendor y el comienzo de la decadencia del cuarteto coinciden con la presencia en sus filas de Ozzy Osbourne. El cantante y compositor, que en diciembre cumplirá 50 años, grabó ocho elepés con la banda hasta que en 1978 decidió emprender una carrera en solitario respaldado por músicos de Uriah Heep, Rainbow y Quiet Riot. Desde que en 1980 debutó con Blizzard of ozz, han aparecido en el mercado otros diez discos con su firma (el último, The ozzman cometh, un doble recopilatorio editado por Sony) y su banda de acompañamiento ha sufrido constantes reajustes. Por su parte, tras la marcha de Osbourne, Black Sabbath emprendió un irregular periplo marcado por la voz de diferentes cantantes, Ronnie J. Dio y Ian Gillan (Deep Purple), entre ellos. La reunión de Black Sabbath y su vocalista primigenio, tan ansiada como inesperada debido a sus malas relaciones con el guitarrista Tony Iommi, se produjo el pasado año con motivo de Ozzfest, festival itinerante que concentraba a lo más granado del metal actual. Como corresponde a una versión europea del citado Ozzfest, el resto de grupos que actúan hoy en Anoeta tampoco tiene desperdicio. Slayer es una banda considerada precursora del thrash junto a compañeros de generación como Metallica y Anthrax. Acusada de respaldar al movimiento nazi, su polémica e inmovilista trayectoria tampoco escapa a relaciones con el satanismo. El cuarteto se formó en Los Angeles hace más de tres lustros y su último disco, Diabolus in musica, ha sido editado por Columbia. Desde que se estrenaron en 1983 con Show no mercy, cinco de sus nueve discos se han hecho acreedores al disco de oro. Soulfly está encabezado por Max Cavalera, personaje ineludible dentro de cualquier repaso al metal contemporáneo. Una vez desintegrada su banda paralela, Nailbomb, el nuevo proyecto le ha servido al guitarrista brasileño para superar la depresión en que se vio sumido tras la muerte de su hijastro y su traumática salida de Sepultura, el grupo que formó en los ochenta junto a su hermano Igor. Sin pretender alejarse de su producción anterior y tras asimilar un cúmulo de influencias que van del metal más extremo y vanguardista al hip hop y los ritmos tropicales, Cavalera se encerró en el estudio de grabación junto a su nueva banda y Ross Robinson, el productor del innovador Roots de Sepultura. Juntos dieron forma a un estreno, publicado por Roadrunner, en que se reconocen claramente la voz, los riffs de guitarra y las influencias tribales que caracterizaban a dicha obra. Por su parte, Coal Chamber es otro cuarteto formado hace cuatro años en Los Angeles cuyo estreno discográfico, puesto en circulación por Roadrunner, despierta comparaciones con grupos tan contundentes como Korn y Deftones.
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