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Reportaje:

Los hijos quitan la vida y luego la devuelven

Un equipo de investigadores de EE UU establece que las mujeres viven más porque cuidan de la prole

Tener hijos significa siempre perder un poco la vida. Al menos en horas de sueño, de ocio y hasta de trabajo. Pero un equipo de investigadores del Instituto Tecnológico de California (EE UU) ha demostrado ahora que los niños devuelven los años perdidos a quienes se encargan de sacarlos adelante. Y en eso ganan siempre las madres. La conclusión del estudio es tan sencilla como sorprendente: el misterio de por qué las mujeres viven más está en sus hijos.No es ningún secreto que muchos hombres se preocupan más estos días del Mundial de fútbol de Francia que de sus hijos. Esta anécdota se vuelve categoría cuando se comprueba, como ha hecho el equipo que dirige John Allman, el precio que pagan por renunciar al cuidado de sus hijos.

El nexo entre los dos factores -hijos y longevidad- nunca se había demostrado. A estos investigadores les ha bastado, sin embargo, con reunir datos sobre 10 primates, hombre incluido, para comprobar su hipótesis. Y han logrado publicar los resultados en la revista estadounidense Actas de la Academia Nacional de Ciencias, artículo que recoge The Economist esta semana.

La pista se la dieron dos especies singulares: el tití y el mono nocturno. No son las hembras de estos monos, sino los machos, las encargadas de acarrear a la prole y de enseñarles a sobrevivir, algo que sólo ocurre en el 1% de los mamíferos. Las madres se despreocupan de sus retoños, incluso hasta dejarles morir si el padre desaparece. Con estos datos, el siguiente paso fue comparar la longevidad de cada sexo. El resultado: los machos de estas dos especies viven un 20% más que sus hembras.

En el otro extremo, los chimpancés. El esfuerzo que los padres ponen en cuidar a sus hijos depende, casi siempre, de lo seguros que están de que éstos son suyos. Las hembras de chimpancé son tan promiscuas que provocan el rechazo de los machos hacia las crías. Por eso son las madres las que cargan con todo el trabajo y por eso también viven un 40% más que sus compañeros.

Los 10 primates son tan variables en su comportamiento hacia los pequeños que hay para todos los gustos. En el punto medio está el gorila. No tan cuidadoso con sus vástagos como el tití, pero tampoco tan descuidado como el chimpancé. El macho gorila mantiene relaciones estables, similares a las de los hombres. Por eso está seguro del parentesco que le une a sus hijos y juega más con ellos. Resultado: aunque la hembra vive más, lo hace sólo un 12,5%. En los hombres, ese porcentaje se reduce hasta un 8%.

De lo que no habla el estudio es de si el cambio que ha supuesto la incorporación de la mujer al trabajo se ha traducido en un descenso de su esperanza de vida. O si las niñeras, profesionales del cuidado de proles ajenas, son, como pudiera parecer, más longevas que el resto de los humanos.

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