Sin la ansiedad de otros años, 25.000 alumnos se examinan de selectividad
Los tiempos en los que el alumno se jugaba a cara o cruz, en los exámenes de selectividad, su acceso a la enseñanza superior y a los estudios deseados parecen haber quedado atrás. Había menos nervios que en años anteriores en las aulas que acogieron ayer las pruebas de acceso a la Universidad (PAAU), a las que se habían matriculado 25.677 alumnos provenientes de COU, que aún constituyen la gran mayoría. Los que llegan del nuevo bachillerato de la LOGSE (5.237) se examinaron a principios de semana.
Pese a que el mayor descenso en el número de aspirantes se produjo el curso pasado, cuando, proclamando la llegada a la Universidad de la generación del descenso demográfico, la reducción fue de cerca de 2.500, este año la cifra, aunque menos, ha seguido bajando. Paralelamente, el número de plazas disponibles en las universidades catalanas, aunque ligeramente, ha seguido aumentando. La famosa nota de corte ha pasado de ser una espada de Damocles a un simple elemento de acceso a los estudios deseados en la institución escogida. La opinión que ayer se podía pulsar entre los alumnos que acudían por primera vez a las aulas universitarias a las que pretenden acceder, apuntaba a que las pruebas no habían sido demasiado difíciles en comparación con las de años anteriores. La ausencia de incidentes fue total; los exámenes llegaron con puntualidad y exactitud a las aulas, y la organización podría calificarse de impecable. La satisfacción del coordinador del Consejo Interuniversitario de Cataluña, Manuel Martí Recober, que dirige esta compleja operación, así lo demostraba. Ni Platón y su caverna, ni Aristóteles, ni siquiera Nietzsche, como sucedió el año pasado, aparecieron en el examen de filosofía, sino un texto de Emmanuel Kant y otro de Karl Marx. Del primero, un fragmento de la Crítica de la razón pura, y del segundo, uno del Manifiesto comunista. El examen de lengua catalana utilizaba un pasaje de Memòries d"una desmemoriada mula vella, de Desideri Lombarte. A los estudiantes se les pedía, entre otras cosas, que identificaran el dialecto territorial al que pertenecía. La otra opción proponía un párrafo de una muy heterodoxa crítica a un acontecimiento literario, rebosante de palabras, giros y expresiones bastante ajenas al lenguaje de la cultura académica. En lengua española el honor le correspondió al último poeta vivo de la generación del 27, Rafael Alberti, de cuyo libro La arboleda perdida se había extraído el texto. La otra opción era un pasaje del libro El estilo del periodista, de Álex Grijelmo, miembro de la redacción de EL PAÍS. Y de este periódico procedía el texto para el comentario, concretamente el artículo ¿Mundo homogéneo?, del filósofo Fernando Savater, publicado el pasado 18 de mayo en El País Semanal. Por la tarde se realizaron las pruebas de lenguas extranjeras. La de alemán trataba de la puesta de huevos de las tortugas en una playa griega; la de francés, de la conservación del patrimonio mundial; la de inglés, de la pervivencia del pueblo de Livonia, y la de italiano era un texto de Brunella Gasperini. El próximo lunes se llevarán a cabo las pruebas correspondientes a las materias obligatorias y optativas que integran la opción de COU escogida por los alumnos. Si las de ayer son las que muestran el grado de madurez intelectual del alumno, las del lunes entran más en el puro campo del aprendizaje y el estudio concreto. Los alumnos conocerán los resultados el 6 de julio y podrán reclamar entre el 7 y el 13 de ese mismo mes. Las pruebas de septiembre están previstas para los días 16 y 18.
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