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La guerrilla se decanta por el conservador Pastrana en Colombia

Por primera vez en la historia de Colombia la guerrilla ha hecho algo que se le parece mucho a indicar su preferencia de voto en las elecciones presidenciales del próximo domingo y lo ha hecho, indirecta pero sensacionalmente, en favor del candidato conservador Andrés Pastrana. En este país en el que obtener un 50% de afluencia a las urnas es un récord, son muchísimas, sin embargo, las personalidades que anuncian por quién van a votar en la esperanza de mover una clientela o de mantener una presencia pública. Por eso, ayer junto a la guerrilla todo fueron pronunciamientos.

Hace un mes Pastrana dominaba todas las opciones aparentes. Las encuestas le aseguraban una superlativa victoria sobre el candidato liberal Horacio Serpa, presunto continuista de la accidentada presidencia de Ernesto Samper. Pero, en la primera vuelta del pasado día 31 se produjo el primer vuelco. Serpa arañaba unos miles de votos más que su adversario y ambos pasaban a la final del día 21. Desde entonces, las armas principales del sucesor de Samper parecían ser su familiaridad con la guerrilla que le permitía presentarse como el candidato de la paz. Pastrana sólo tenía una esperanza de contragolpe: succionar suficientes votos de la tercera clasificada, Noemí Sanín, declarada contra el continuismo liberal, para remontar lo que parecía la cuesta del calvario.Y, ayer, el golpe de efecto guerrillero puede haber cambiado los datos de la ecuación electoral, invirtiendo los papeles y los supuestos territorios de cada candidato.

Primero, el acopio-Sanín se ha decidido muy tibiamente por Pastrana. Una encuesta de la habitualmente fiable Semana apunta que la mitad de los noemistas se irá el largo puente que llega hasta el martes de paseo, y que de los restantes, apenas 30 contra 20 prefieren a Pastrana. La propia Noemí, de regreso de EE UU, no recomienda voto.

Y segundo, en este clima de conservadurismo a la defensiva, con Pastrana protagonizando vídeos en los que, mirada grave al ojo de la cámara, desmiente todo lo que dice que dicen de él los oficialistas: que, pese a que es católico a machamartillo, no discriminará contra judíos, protestantes y masones y que no privatizará ninguna de esas corporaciones de las que la clase política se ha lucrado durante tantos años, la guerrilla habla.

Las FARC, la mayor y más obstinadamente marxista de las numerosas rebeldías colombianas, hace público un comunicado en el que en un lenguaje no exento de inspiración, «Colombia es una inmensa fosa común», o «el país no cabe ya en el Estado», acusa a Serpa de que «durante 12 años de hacer parte de los Gobiernos liberales nada puede mostrarle al pueblo por la paz, siendo el primero en levantarse de la mesa de diálogo en Tlaxcala» (México, 1992).

Pastrana, ágil y preocupado, sin duda informado previamente de la movida, había destacado el pasado fin de semana a un enviado, Víctor G. Ricardo, para que tomara contacto con Manuel Marulanda, Tirofijo, y el Mono Jojoy, líderes de las FARC, «en algún lugar de Colombia».

En su rueda de prensa de ayer, el líder conservador aceptaba diligente la exigencia del grupo guerrillero de que se despejaran cinco zonas del país para celebrar eventuales conversaciones de paz, mientras que Samper sólo quería una.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN), segundo ejército de la selva que se estila más de maoísta, también quiso votar ayer, con otro comunicado, en el que se sumaba a la reclamación de los cinco municipios. Serpa, al que odia la derecha más recalcitrante por su facilidad de contacto con la subversión, no tenía más remedio que asegurar que él también acepta los cinco despejes.

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