Caótico panorama de la enseñanza musical ante una reforma a medio implantar
Profesionales y padres reclaman la creación de una amplia red de centros integrados
La enseñanza de la música en España atraviesa uno de sus momentos más críticos. Conviven una reforma que no acaba de implantarse, unos programas obsoletos, unos profesionales que no reciben una orientación adecuada y no terminan de adaptarse a los cambios, unos medios precarios y una masificación de la enseñanza oficial heredada del pasado por falta de planificación.
Nadie niega hoy que era necesario replantear la enseñanza musical. Los problemas no tenían que ver con los contenidos tanto como con la desorganización de los estudios. La reforma, que se empezó a implantar en 1992, pretendía solucionarlos con dos medidas: crear una oferta pública diferente para profesionales (conservatorios) y para aficionados (escuelas de música), y facilitar el seguimiento de los estudios musicales a los alumnos de educación secundaria obligatoria (ESO) y bachillerato.
Para ello se ideó un nuevo tipo de centro, el integrado, en el que se combinan los dos tipos de enseñanza, como lleva haciéndose en otros países europeos desde hace décadas.
Otro objetivo era integrar estas enseñanzas en el sistema educativo desde la educación primaria para poner en contacto lo antes posible a los niños con la música. Sin embargo, desde que empezaron a ponerse en marcha los cambios no han dejado de llover protestas y acusaciones a la Administración por haber descuidado su implantación.
Quejas de los padres
Los padres de los alumnos de música se quejan de la desaparición de muchos conservatorios para adaptarse a la nueva situación y de la insuficiente oferta de escuelas de música, que en otros países europeos son el soporte de la educación musical, y reclaman la creación de los centros integrados, de los que apenas existen media docena."Muchos chicos están abandonando los estudios de música porque no dan abasto cuando tienen que compaginarlos con la ESO y el bachillerato", señala Irene Pérez, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos de Conservatorios de Música Joaquín Turina. "Pierden mucho tiempo en desplazarse a los conservatorios, les coinciden las clases de música con las de los institutos y tienen una carga de asignaturas realmente difícil de sobrellevar", explica esta madre. "Además, al desaparecer los exámenes por libre y tener que matricularse obligatoriamente de cursos completos, no se les da la oportunidad de seguir los estudios a su propio ritmo", añade.
El profesor de Armonía y premio nacional de Música, José Luis Turina, que participó en la elaboración de la reforma, explica la causa de estos cambios: "Se perseguía separar la formación profesional de la no profesional, con dos ofertas diferenciadas y reservando la que conduce a la obtención de titulación oficial sólo para quienes pretenden ejercer profesionalmente. Esta formación requiere una atención individualizada y la participación del alumno en las clases de conjunto y en la vida del centro, lo que es incompatible con la enseñanza libre. Pero eso no impide que puedan incorporarse a los conservatorios superando una prueba".
Jorge Fernández Guerra, compositor y director de la revista Doce notas, señala que con el sistema anterior la situación era una locura. "Eramos tantos alumnos que se daban clases de apenas unos minutos. Era un sistema caótico, fruto del azar. Con la reforma se ha organizado todo, aunque la creación de ciclos ha dado muchos problemas al dividir los conservatorios. Y la creación de escuelas de música por organismos locales ha provocado que ayuntamientos como el de Madrid apuesten sólo por las privadas".
Actualmente se han reducido las plazas de los conservatorios para limitarlas a los alumnos que quieran ser profesionales y se ha empezado a equilibrar la oferta para estudiar diferentes instrumentos creando plazas para profesores de cuerda y viento. Con el anterior sistema se adecuó la oferta a la demanda y no al revés. Esto provocó que en algunos centros hubiera 12 profesores de piano por cada uno de viola. Y cuando se crearon orquestas en las comunidades, algunas tuvieron que contratar a un 80% de músicos extranjeros.
Algunos profesionales denuncian la falta de apoyo a estos cambios. Turina es uno de ellos: "Hay que lamentar la poca sensibilidad que han tenido con la reforma la actual Administración y profesores y profesionales que se dicen progresistas y ni la han apoyado ni se han involucrado. Con su silencio y pasotismo han contribuido a que no se llegara adonde se debía, lo que ha beneficiado a los intereses del sector más reaccionario". Turina dejó de ser asesor de Educación tras la destitución de Javier García Velasco como subdirector de Enseñanzas Artísticas, a los seis meses de llegar Esperanza Aguirre.
Otra queja generalizada es la falta de una labor de información sobre la función de las escuelas públicas y privadas. Una labor nada fácil con la mitad de los cambios paralizados: no se ha definido el plan de estudios del grado superior, que cursan unos 3.000 alumnos y cuya implantación se ha retrasado; no hay apenas centros integrados, y hay que modificar las enseñanzas mínimas de la ESO para crear el currículo que se impartirá en ellos.
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