Periferias
El vacilante curso de la selección oficial de esta primera edición del festival malagueño se vio ayer súbita y gozosamente interrumpido por la literal irrupción de un filme modesto, sólido, bien narrado, actuado y escrito. Cruce ciertamente divertido entre la nocturnidad concéntrica y obsesionada del After hours de Martin Scorsese y la irónica revisitación cristiana de Tres padrinos, de John Ford, regado todo por una inspiración que encuentra sus raíces en el trabajo de Berlanga y Azcona, aunque con una mayor dosis de bonhomía. La primera noche de mi vida, debú en la realización de Miguel Albaladejo, supuso una sorprendente bocanada de hilaridad.Hay muchos puntos fuertes en el filme, y ciertamente, también alguno débil. Por empezar primero con lo menos satisfactorio, hay en La primera noche un cierto atropellamiento en algunos de los momentos claves de la trama, que un guión mejor dosificado habría resuelto mejor. Pero sus logros son tan abrumadoramente estimulantes que ahogan cualquier intento de sustracción de la suma que es todo el filme.
Escrito por Elvira Lindo, que se demuestra igualmente una competente actriz en su papel de guardia civil, y narrado en una suerte de territorio limítrofe entre el sueño y el realismo, como limítrofe es su escenario, oscilante entre los nuevos barrios de Madrid y las zonas de chabolas que los circundan, el filme cuenta una noche de final de año, aunque no cualquiera: la que separa, según algunos, este milenio del próximo, la del 31 de diciembre de 1999.
Una pareja que espera un niño, un clochard, los habitantes de una chabola, el padre rico de la chica embarazada, un par de chorizos de poca monta, dos dependientas de gasolinera, un par de invitados a una fiesta de disfraces, un taxista y su mujer, dos guardias civiles y dos policías urbanos componen el núcleo de la trama, que transcurre en dos horas. Los encuentros, encontronazos, desencuentros, broncas, amores y tumultos que estos personajes trenzan entre sí son la carne de la historia, y su envoltorio, un risueño, a ratos enternecedor, pero siempre lúcido alegato a favor de la comprensión y el entendimiento. Un filme sencillo, tierno, gracioso, honesto.
Babelia
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