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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cultura insolidaria

EN LUGAR de avanzar hacia una ansiada autonomía, el Parlamento Europeo se está dejando contaminar por el clima electoral en Alemania y en general por las visiones nacionalistas. Aunque se trate de una simple escaramuza parlamentaria, resulta preocupante la resolución del Parlamento -por 176 votos a favor, 166 en contra y 111 abstenciones- de pedir, al amparo de un informe sin valor jurídico, la supresión del fondo de cohesión para los países que entren en el euro. Hasta ahora, la Eurocámara había sido una institución ardientemente defensora de las políticas de solidaridad dentro de la UE, frente a las concepciones más egoístas que surgen entre los países que son contribuyentes netos a la UE.Sin embargo, esta última cultura es la que está emergiendo en Alemania, fruto de una campaña electoral de subido tono nacionalista, que finalizará el 27 de septiembre con la elección de nuevo Parlamento y canciller. El Gobierno, y especialmente su ministro de Finanzas, Theo Waigel, en coincidencia en este punto con la oposición socialdemócrata, busca una reducción de la contribución alemana a la UE, aunque sea mediante un cheque compensatorio a partir del año 2000; sin tomar en consideración que Alemania es, posiblemente, el país que más se ha beneficiado del mercado único e incluso de los gastos que los países receptores hacen de los fondos estructurales. El contexto de la unión económica y monetaria en Europa, que obliga a reducir los déficit estatales, y de una moneda única poco popular entre los ciudadanos germanos, alimenta tal discurso, que apoyan también países como Austria, Suecia y los Países Bajos.

España puede llegar a recibir el equivalente a casi un 2% de su PIB por estas transferencias. El informe del Bundesbank sobre el paso a la tercera fase de la unión monetaria destacaba que sin estas ayudas España no hubiera cumplido el objetivo de Maastricht en materia de déficit. Por otra parte, en Alemania no han dejado de observar cómo estas transferencias permiten al Gobierno de Aznar bajar el impuesto sobre la renta, lo que no es precisamente oportuno. Sea como sea, España -y otros países del sur- necesitan estos fondos para afrontar con mayor éxito los primeros años de vida del euro. Debe defender su posición con todas las armas a su alcance, desde el empleo efectivo y útil de estos fondos hasta una idea mejor articulada de la solidaridad europea, y contribuir con sus palabras y actos a minar esa cultura antisolidaria. Sería un sinsentido que la moneda única hiciera retroceder la solidaridad interna europea.

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