Los Smashing Pumpkins inauguran el Guggenheim Bilbao como escenario de rock
El grupo de Chicago presenta en lugares insólitos su nuevo disco, "Adore"

Smashing Pumpkins, el ambicioso grupo de Chicago que se dio a conocer en los tiempos del grunge, está en España. Actuaron ayer en Madrid para los conciertos de Radio 3 / La 2 y hoy se presentan en el recinto exterior del Museo Guggenheim bilbaíno, utilizado así por primera vez como escenario de rock en vivo. La visita forma parte de una gira promocional europea que les lleva por escenarios igualmente insólitos: los jardines Tívoli de Copenhague, una plaza en Hamburgo, un megastore parisiense... Se trata de crear ambiente para la salida de su bello nuevo disco, Adore .
Los Pumpkins tienen en España seguidores obsesivos: la noticia de que había un número (reducido) de entradas para asistir a su concierto en Prado del Rey motivó que se colapsaran los teléfonos de Radio 3 (el disco Adore se pone a la venta el 1 de junio). Para los que les descubrieron con discos como Gish o Siamese dream, la sorpresa es encontrarse con que el trío ha sido reforzado con cinco músicos todoterreno, entre los que destacan la violinista Lisa Germano, el teclista Mike Garson y el batería Kenny Aronoff; este último forma parte de la élite de instrumentistas mercenarios de Estados Unidos y su fichaje confirma que el grupo de Chicago prescinde de prejuicios y que no les preocupa compartir personal con rockeros convencionales tipo John Mellencamp o Melissa Etheridge.Tales respaldos son necesarios para unos perfeccionistas que se han ido distanciando de los sonidos sucios para centrarse en esbeltas canciones de estructuras clásicas, con texturas que recuerdan el pop y el rock melódico de los setenta. Según Billy Corgan, cantante y compositor, son lo bastante raros para considerarse alternativos, «aunque el punto fuerte de Adore sea la calidad de las composiciones. Y el sonido, bastante actual pero que no se deja arrastrar por ninguna tendencia. No nos hemos subido al carro del techno y la electrónica». Esa antipatía por las modas les lleva a desconfiar de las remezclas, práctica habitual del rock, para entrar en las pistas de baile. La bajista D'Arcy Wretzky afirma: «Puedo decir honestamente que nunca he oído una remezcla que mejorara una canción que me gustara».
Adore deriva su título del tema Ava adore, el primer single que se está promocionando. Según Corgan, se refiere a Ava Gardner: «Me interesan todas las mujeres con las que Frank Sinatra estuvo casado. Tenía incluso otra canción sobre Mia Farrow que finalmente no ha entrado en el disco».
Bromas y olvidos
Uno duda de que esté hablando en serio: Corgan, aunque más comunicativo que sus compañeros, se deleita en tomar el pelo a los entrevistadores. Así, ironiza sobre las imposiciones de su discográfica: «Somos peones de un gran juego; dejamos que nos digan lo que tenemos que hacer. A mí me obligaron a afeitarme la cabeza. D'Arcy tampoco es rubia natural. Y James Iha (guitarrista) en realidad es negro, y le obligaron a alisarse el pelo y hacerse la cirugía estética en los ojos». Las bromas se apagan cuando se les pregunta si siguen en contacto con su batería de tantos años, Jimmy Chamberlin. «¿Quién es ése? Ni nos acordamos de él». Chamberlin fue despedido en 1996, al ser detenido en Nueva York tras la muerte por sobredosis de heroína de un músico contratado por los Pumpkins. La publicidad consiguiente abrumó a sus compañeros, que siempre cultivaron una imagen de artesanos laboriosos, cuya mayor extravagancia consistía en alquilar disfraces para conciertos.Corgan se esfuerza en aclarar malentendidos: «No creemos en esa visión del rock como oficio para hedonistas. Tampoco somos gente desgraciada o triste. De ser tan infelices, ¿cómo íbamos a ser capaces de editar tantas canciones y tocar tanto? Además, nuestra vida está repleta de actividad: James y D'Arcy llevan una discográfica independiente, Scratchie Records. James también ha sacado un disco en solitario, Let it come down. Lo más deplorable de la escena grunge es que se difundió el estereotipo de que los músicos éramos holgazanes sin ambiciones, incapaces de sentir algo por la gente que les rodeaba. Nosotros somos exactamente lo contrario», concluye Corgan.
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