Amien Rais, la estrella del cambio
Amien Rais estaba ayer exultante. Sudoroso, con una camisa de estampados javeneses en azul, con la mirada concentrada y perforadora de los visionarios, era un profesor que había visto por fin tambalearse a su gran problema, Suharto, el hombre cuya caída espera porque su desaparición le dejará a él como única figura política con carisma y capacidad de arrastre callejero en Indonesia. Rais ha sido el primero en subirse decidida y agresivamente al carro de la demolición del régimen que tienen en sus manos los estudiantes. Y ellos se lo han agradecido. Ayer, en el Parlamento, muchos coreaban su nombre.La Muhammadiyah (Seguidores de Mahoma) es la segunda más importante organización islámica de Indonesia, el primer país del mundo por su número de musulmanes: el 90% de sus 200 millones de habitantes. Del blindaje que le proporcionan los 28 millones de afiliados a la Muhammadiyah extrae Rais la fuerza que le ha catapultado al frente de la protesta contra Suharto.
Este hombre menudo, de edad en torno al medio siglo y un cabello lacio estos días más alborotado que nunca, lanza sin parar dardos contra el presidente. Diríase que tiene una cierta inmunidad que le protege de toda contingencia. O casi.
El islamismo que predica, es un islamismo moderado, muy propio de esta parte del mundo, donde la fe de Mahoma llegó a través del comercio y no de la conquista. «Creo en el islam y en la democracia, una democracia que garantice la libertad de religión, de expesión y de prensa«. Es su islamismo, precisamanente, la principal traba para ascender a los más alto. No inspira confianza A los cristianos de Indonesia, y en Indonesia es cristano el Ejército, decisivo para la conquista del poder; son cristianos los directores de algunos importantes periódicos, y es cristiana la minoría china, el capital.
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