Suharto acorta su visita a Egipto para regresar a Indonesia al desbordarse la revuelta popular
Suharto, el hombre que rige Indonesia con mano de hierro desde hace 32 años, interrumpió ayer su viaje oficial a Egipto para regresar hoy a casa e intentar tomar las riendas de la situación. Por primera vez desde el inicio de las protestas contra su régimen, hace tres meses, la capital sufrió ayer incendios, saqueos y concentraciones, en abierto desafío a unas fuerzas de seguridad que el martes mataron a seis estudiantes. Ésa fue la mecha de pólvora que extendió la revuelta en la capital y en otras ciudades. En total, la violencia de la jornada costó la vida a diez personas, nueve de ellas de ascendencia china.
Si los estudiantes habían protestado hasta ahora dentro de los márgenes de los campus universitarios, ayer se desbordó la situación. Yakarta se convirtió en teatro de enfrentamientos violentos entre grupos encolerizados y unas fuerzas de seguridad que, al contrario de la víspera, no dispararon con fuego real, sino con balas de goma y lacrimógenos. Y otro estudiante resultó muerto.«Colgad a Suharto», «Crucificad a Suharto», clamaban miles de jóvenes en la capital de este país de 200 millones de habitantes. Incendiaban los comercios, saqueaban bienes. Al menos nueve personas de ascendencia china, la minoría que controla el grueso de la economía nacional y a la que se responsabiliza de la carestía de los productos básicos, murieron en estos ataques contra los comercios. Algunas informaciones hablaban de otras víctimas en Yogyakarta y Bandung (este y oeste de Java).
Una fuente diplomática consideraba ayer que la situación es «muy mala» para el Gobierno y apuntaba la posibilidad de que Suharto tenga su horas contadas, si bien se puede hablar tanto «de días, como de semanas o meses». En Yakarta se especula con que en una base militar próxima a la capital hay preparado un jumbo para sacar a la familia de Suharto si la situación empeora.
Denuncias de pillajes
Los daños materiales son considerables y los vehículos incendiados se cuentan por docenas. Al caer la noche, aún había fuegos en diversos barrios, sobre todo en la periferia norte de la zona en donde se encuentra la Universidad de Trikasti, protagonista de los choques del martes, en la que estudian los hijos de las élites políticas, sociales y económicas. Unas 10.000 personas se congregaron allí ayer para rendir homenaje a los seis estudiantes abatidos la víspera por las fuerzas de seguridad.Los incidentes se propagaron también en las zonas residenciales más populares en el noroeste y noreste de la capital y, según caía la noche, cada vez había más denuncias de pillajes e incendios. En una sola calle, estrecha y popular, un periodista indonesio contó más de 75 casas y tiendas incendiadas. A pocos kilómetros de allí, un diplomático intentaba sin éxito alcanzar el aeropuerto, cuya autopista de acceso principal fue cortada temporalmente.
Los enfrentamientos alcanzaron también la avenida Jalan Thamrin, bordeada por las torres ultramodernas de cristal y acero del centro financiero indonesio. Los incidentes comenzarón allí cuando una multitud de empleados, agrupados en las aceras, empezaron a tirar piedras contra los camiones militares que pasaban rumbo hacia una universidad católica cercana.
«El presidente Suharto partirá el jueves (por hoy) de El Cairo en lugar del viernes», declaró ayer en El Cairo uno de los organizadores egipcios de la Conferencia del G-15 (que agrupa a 16 países en desarrollo de Asia, África y Latinoamérica).
Allí le esperan unas revueltas por las reformas políticas que han cobrado especial impulso tras las alzas de precios dictadas por consejo del Fondo Monetario Internacional (FMI), que ha impuesto duras recetas a cambio de ayudas para afrontar la crisis económica.
Suharto apeló a «la nación entera, especialmente a la generación más joven y a los estudiantes a mostrar moderación, en aras de mantener el orden y la estabilidad necesarias para implementar las reformas que queremos y salir de la crisis a la que nos enfrentamos». Su ministro de Economía, Ginadjar Kartasasmita, declaró que el Gobierno debe responder de alguna forma a las demandas de los estudiantes.
Varias embajadas, incluida la española, mantienen el llamamiento a sus ciudadanos para que se muevan con prudencia y eviten las zonas conflictivas. En Indonesia residen unos 200 españoles.
La quiebra social que sacude Indonesia, así como la crisis desatada por las pruebas nucleares indias, provocó ayer un caída en las bolsas asiáticas, desde Yakarta a Bombay, pasando por Singapur, Hong Kong, Kuala Lumpur, Bangkok y Manila. La caída más espectacular se produjo en Yakarta, cuya bolsa perdió 6,6 puntos.
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