El cierre de Hormigones Vascos en El Peñascal centra el pleno municipal bilbaíno
El pleno municipal que hoy se celebra en el Ayuntamiento de Bilbao tiene como claro protagonista la propuesta de denegación de licencia para la explotación de Hormigones Vascos en el barrio de El Peñascal. Después de que el pasado mes de noviembre, el área de Urbanismo del consistorio bilbaíno aprobara la licencia para la citada explotación, ahora se considera que esta medida es "lesiva" para los interese de los vecinos de barrios como San Adrián o Rekalde. Los habitantes de El Peñascal, o al menos su asociación de vecinos, habían dado su aprobación (con matices y según un acuerdo de siete puntos) a la instalación de esta planta en la zona. Pero las protestas de vecinos de otras áreas, también afectadas por el tráfico de camiones cargados de hormigón, han disparado este asunto, que puede acabar en una indemnización de varios miles de millones a la citada compañía por la derogación de su licencia de actividad. La empresa pedirá ante los tribunales 4.500 millones por lucro cesante y otros 300 millones por el coste de la nueva planta construida después de que el área de Urbanismo (en aquel entonces dirigida por la popular Ascensión Pastor) diera su visto bueno, a pesar de varios informes contrarios. Si en el pleno que se celebra hoy se le otorga al concejal actual de Urbanismo, el socialista Dimas Sañudo, la potestad de llevar este caso adelante, Hormigones Vascos dispondrá de 15 días para protestar. Si el camino del cese de la licencia sigue adelante, tal y como es la intención de Urbanismo, el consistorio de la capital vizcaína tendrá que indemnizar por una cantidad multimillonaria. El peso político de la acción caerá sobre la concejal popular Ascensión Pastor, quien autorizó la licencia a pesar de un par de informes de los peritos municipales que alertaban sobre la ilegalidad de concesiones sobre áreas que estaban destinadas a parques o similares. La asociación de vecinos de El Peñascal, que se entrevistó ayer con Sañudo, está muy sorprendida por el tono que están tomando los acontecimientos, ya que desde su organización se había dado el visto bueno a la nueva planta, con ciertos condicionantes, y no entienden que se ahora se haya convertido en un asunto político de primer orden. Hormigones Vascos cumplió su papel y ha construido un campo de futbito en donde antes cargaba cemento. En el barrio, una calle estrecha de edificios de ladrillo rojo en un cañón que se llenó de lodo y piedra en las inundaciones de 1983, nadie es tan beligerante como para pedir la parada de la citada empresa. Sin embargo, la indemnización más gravosa, la mayor cantidad pagada por un error municipal, está cercana a sus casas. Los vecinos no protestan, pero el Ayuntamiento es de todo Bilbao, de todos los barrios.
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