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350 imágenes capturan la verdad de la danza

El Centro Andaluz de la Fotografía dedica una muestra a la memoria del movimiento

Ni el surgimiento del cine, la difusión del vídeo o la reciente infografía y los tratamientos de realidad virtual han podido desbancar a la fotografía en relación con su papel iconográfico y referencial en la danza. Si el movimiento nunca miente, que decía Martha Graham, la fotografía de ballet, menos. Para celebrar el Día Internacional de la Danza, que en todo el mundo provoca galas y homenajes de la especialidad cada 29 de abril (fecha del nacimiento de Jean-Jacques Noverre, en el siglo XVIII), el Centro Andaluz de la Fotografía presenta en su sede de Almería una exposición que permanecerá abierta hasta el próximo 27 de mayo, bajo el lema Un siglo de danza.

Todos los medios ayudan, pero por paradójico que parezca, pocas veces otro recurso refleja la intensidad y ánimo instántaneo del baile mismo como una buena fotografía. La muestra Un siglo de danza, que inauguró anteayer el Centro Andaluz de la Fotografía en sus salones almerienses son una buena muestra de ello. A través de más de 350 imágenes seleccionadas por la investigadora Sonia Schoonejans (que dirige también la más importante colección de libros de danza que se publica en Europa bajo el sello de Arte-Sud), se pueden ver momentos clave de la historiografía de la danza y el ballet de nuestro siglo.

Valores añadidos

En muchos casos ya lejanos, el valor de esas fotografías es capital, al carecer de otros elementos que valgan para el estudio y hasta la reconstrucción de esas obras perdidas. Es el caso de La chatte -abundantemente representado en esta exposición- , pieza constructivista mítica realizada por los Ballets de Diaghilev a fines de los años 20 en la última etapa de la compañía, con decorados en plásticos de Pevsner y Naum Gabo, coreografía de George Balanchine y protagonizado por las dos grandes estrellas del momento, Serge Lifar y Olga Spessítseva. Recientemente, unos reconstructores norteamericaos de ballets perdidos se han basado en esta serie de fotos para llevar adelante una verdadera resucitación de la obra.Igual que el cine, la fotogafía en sus inicios tuvo en los bailarines unos modelos ideales para ese experimento imposible que es atrapar el movimiento reflejando su esplendor dinámico en un instante de congelación para siempre. Las series míticas de la fotógrafa Barbara Morgan con Martha Graham siguen siendo su mejor valedor e icono, apesar de los múltiples filmes que la genial coreógrafa norteamericana hizo en su tiempo. La muestra recoge cinco apartados: El ballet clásico en Europa; El ballet clásico en Estados Unidos; El expresionismo alemán; La modern dance norteamericana y La danza contemporánea. Entre las fotografías, que aparecen respaldadas por su uso gráfico en publicacones especializadas, cartelería y publicidad, figuran piezas raras, como las de la década de los treinta en Norteamérica (una inocente Agnes de Milles sobre sus zapatillas de punta o las incipientes gestas de American Ballet Theatre).

Varias etapas

En el apartado del expresionismo alemán, las imágenes parten de Mary Wigman para llegar a su más reciente y universal heredera, Pina Bausch. Con la misma teoría, Schoonejans articula la presentación de la modern dance al rematar esa etapa con la contemporánea Trisha Brown, lo que viene a redondear el principio de que los movimientos estéticos dentro de la danza no suelen morir sobre sus propios laureles y límites, sino que conocen la continuidad a través de sus herederos naturales, incluso los más rupturistas.

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