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Reportaje:

Man Ray profundiza en la piel de la mujer

El Grand Palais de París dedica una antológica al fotógrafo norteamericano

Es la primera vez que la fotografía es protagonista de una gran exposición en el Grand Palais de París, aunque la organización corresponde al Centro Georges Pompidou. Man Ray es el artista elegido. Se trata de mostrar 500 imágenes de este americano de origen ruso -en realidad se llamaba Emmanuel Radnitzky-, que pasa por ser uno de los inventores de la fotografía moderna. Surrealismo y dadá, libres asociaciones de ideas o intervención de la fortuna, ésas son las principales fuentes de la inspiración de Man Ray. Otra, obvia, omnipresente, es el erotismo y su fascinación por el cuerpo de la mujer.

El Pompidou conserva 15.000 negativos y 5.000 contactos originales de Man Ray. A partir de ellos es posible seguir la génesis de la imagen surrealista. Cuando llega a París, en julio de 1921, Marcel Duchamp le ha preparado el terreno y lo presenta como «el único americano dadá». Jacques Rigaut, Antonin Artaud, Louis Aragon, Joan Miró, Salvador Dalí, Jean Cocteau, Georges Braque, Pablo Picasso, James Joyce, Gertrude Stein, Sinclair Lewis, Lee Miller, Meret Oppenheim, Tristan Tzara, André Breton y tantos otros artistas hoy célebres se dejan retratar por Man Ray. Al principio lo de hacer fotos correspondía a una necesidad meramente instrumental: poder llevar imágenes de los cuadros sin necesidad de transportar las telas. Es Duchamp quien le convence de que deje los pinceles. De retratar cuadros pasa a retratar personas, pero como la gran mayoría son tipos que detestan verse enmarcados y retocados como en las fotos salidas de los estudios Harcourt, Man Ray les propone otro tipo de espejo. El objetivo es una lente idiota y la inteligencia la aportan la reflexión y el azar, ya sea el convertir un cuerpo femenino -el de Kiki de Montparnasse- en violonchelo, ya sea aprovechando una doble exposición. A Meret Oppenheim la somete a una sesión masoquista dirigida por su amigo el pintor suizo Louis Marcoussis, y Man Ray retrata el dolor placentero colocando el objetivo detrás de ruedas que hay que suponer al servicio de la Revolución y de la tortura.

Preocupado por la luz, por la textura, Man Ray lo recuerda todo luego. Lo suyo no es foto periodística, no le interesa lo más mínimo la realidad en bruto, sino su recreación. El pintor Man Ray reaparece ahí por segunda vez, dibujando el cuadro, cortando en esa superficie en blanco y negro que se creía espejo. Antes ha intervenido iluminando, filtrando la luz a través de telas o enamorándose del procedimiento de la solarización, que da alma o aura a los cuerpos.

Primer gran fotógrafo de moda, Man Ray vive muy pronto de los encargos que le hacen los grandes modistas. El primero de ellos es Paul Poiret, que descubre a Ray gracias a la mujer de Picabia. Más tarde serán Elsa Schiaparelli y Coco Chanel las que recurrirán a él, y en 1935 es Harper's Bazaar quien se deja tentar por unas fotos cargadas de erotismo.

Man Ray es, dentro de ese irrepetible París de los años veinte o, mejor dicho, de entreguerras, el gran renovador mundial de la fotografía. No es ni pictórico ni documentalista, las dos grandes escuelas que entonces se oponían. Picasso o Dalí han dejado grandes telas de este momento, como Breton o Picabia poemas inolvidables; Bataille, textos potentísimos; Breton, el mejor manifiesto; Duchamp, objetos divinizados; Vigo o Buñuel, el cine, y Man Ray, las fotos que mejor explican 20 años mágicos de París, los últimos que la ciudad iba a vivir como capital del mundo.

Obras inéditas

Con Man Ray. Photography Inside Out (La fotografía de dentro afuera), el Centro Georges Pompidou -que ya le había dedicado tres exposiones desde su fundación- ha querido rendir un nuevo homenaje a Man Ray. La muestra -la mayor realizada hasta el momento sobre este creador mimado por las vanguardias y la alta sociedad parisina de los años 20 y 30- está construida como un recorrido por su carrera artística, y presenta muchas obras inéditas, procedentes de los fondos museísticos del Pompidou, de colecciones privadas y de los archivos fotográficos personales del autor. Los comisarios, Alain Sayag y Emmanuelle de l'Ecotais, han tratado de reflejar la evolución artística de Man Ray, desde sus trabajos como fotógrafo profesional hasta sus obras más radicales, a través de tres secciones que ponen de relieve las tres formas en las que este norteamericano genial entendió la fotografía: imágenes documentales, para duplicar la realidad; fotografía inventiva, para travestirla; y fotografía creativa, para representar un mundo distinto al que conocemos.

La primera de las secciones abarca fotografías de moda (como las realizadas para Paul Poiret o para las publicaciones Vu y Harper's Bazaar), paisajes (muchos de los que inmortalizó en su viaje de París a Lacoste, siguiendo la huella del marqués de Sade), retratos anónimos y otros retratos de personajes célebres de su época, nunca mostrados al público hasta ahora y que se presentan en una instalación especial que permite al espectador situarlos en su contexto histórico.

En la segunda parte la muestra se centra en fotografías creativas en las que Man Ray aplicó algunas de sus complejas técnicas (como la solarización o el Rayogram). Destacan varias imágenes de Lee Miller, su amante durante años y fotógrafa en el París de la época. La última sección ilustra el lugar de honor que este hombre ocupó en el dadaísmo y el surrealismo a través de sus obras más experimentales. Es en este apartado donde se puede ver, por ejemplo, la serie titulada Objetos matemáticos.

La exposición estará abierta al público hasta el día 29 de junio y va acompañada de un estupendo e inevitable catálogo y de un ciclo sobre el cine de Man Ray. La videoteca de París proyectará durante tres días (12, 13 y 14 de junio) algunas de sus películas. Man Ray, director de filmes fracasados, título bajo el que se cobija el ciclo programado, también es el nombre elegido por Jean Michel Bouhours y Patrick de Haas para un nuevo libro sobre su producción cinematográfica. También acompaña a la muestra la publicación de una monografía, así como la no menos inevitable reflexión sobre la reproducción técnica aplicada al arte, máxime cuando algunas de las imágenes captadas por Ray, invertido el negativo, descuadradas en algunos casos, han sido comercializadas como originales. Una de las víctimas de la estafa parece ser el cantante Elton John, al que le vendieron ese célebre retrato con lágrimas de cristal con más lágrimas de la cuenta. La broma dice que le ha costado unos 23 millones de pesetas.

La exposición viajará a Roma y a Berlín después del 29 de junio.

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