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La tripulación del "Columbia" reparó la avería en la ventilación

Dos científicos españoles inician su trabajo

Los tripulantes del transbordador Columbia han logrado solucionar la avería en el sistema de depuración del aire que amenazaba con acortar su misión destinada a estudiar el cerebro. En Cabo Cañaveral han empezado estudios de control sobre las ratas, objeto de las investigaciones de Luis Miguel García-Segura y Javier de Felipe, del Instituto Cajal, que aguardan con otros 200 científicos europeos, canadienses y japoneses la llegada de las muestras del espacio.

Cada 90 minutos, los 2.000 animales y los siete tripulantes del transbordador estadounidense Columbia dan una vuelta a la Tierra, mientras se someten a los experimentos de la misión dedicada al estudio del sistema nervioso en el espacio. La NASA informó ayer de que la avería en el sistema que depura el dióxido de carbono del aire fue reparada a última hora del sábado y aseguró que no tendrá impacto en la misión. La reparación implicó utilizar nitrógeno adicional de los tanques del transbordador. Cuando aterrice el Columbia, previsiblemente el próximo 4 de mayo, un equipo especializado se ocupará del reparto del botín de la Neurolab. «No es nada fácil, teniendo en cuenta que varios grupos comparten partes distintas de los mismos animales y que hay 26 grupos en total», afirma García-Segura en conversación telefónica.

«En el Columbia con nuestros animales sólo hacen experimentos de comportamiento. Los matarán cuando lleguen a Tierra y nosotros nos llevaremos las muestras al Instituto Cajal. El análisis posterior nos llevará por lo menos seis meses», explica el investigador español.

Los españoles empezaron el pasado sábado a diseccionar cerebros de los animales que se han quedado en tierra como control del experimento. «Trabajamos en los laboratorios del edificio del programa de ciencias de la vida de la NASA, que es un hangar inmenso, como unos grandes almacenes», describe García-Segura. Lo que más le impresiona, dice, es que «esto es ciencia a gran escala. Es muy espectacular la organización entre tante gente... poco que ver con lo que hacemos normalmente». Él estudiará el hipotálamo de las ratas y su compañero la corteza cerebral. Ambos pertenecen al grupo de desarrollo de mamíferos, que entre otras cosas pretende responder a si las ratas son capaces de aprender a caminar en condiciones de falta de gravedad, esto es, cuando no tienen una fuerza contra la que los músculos deben oponerse. El cerebro de los animales en el espacio debería reflejar diferencias respecto al de los animales en tierra, que seguramente no tendrán problemas para aprender a andar durante las dos semanas que dure la misión. Este trabajo está dedicado simbólicamente a Santiago Ramón y Cajal, Nobel de Medicina en 1906.

Los investigadores en tierra no pueden hablar con los astronautas y no saben aún si se retransmitirá o no una explicación que uno de ellos, el médico canadiense Dave Williams, hará desde el espacio sobre el Nobel español. Si efectivamente tiene lugar la transmisión, Williams hablará sobre las preparaciones que hizo Cajal hace un siglo -12 de ellas están ahora en el transbordador- y sobre sus famosos dibujos de neuronas.

«Esto es lo más importante de la misión: que se hable de neurociencia, que se divulgue quién fue Cajal», dice García-Segura, que querría que la inversión pública y privada en ciencia en España aumentara y que el interés por la investigación del cerebro no fuera pasajero. La NASA, que el día del lanzamiento del transbordador no incluyó ninguna información sobre el Nobel español en sus páginas oficiales, ya ha subsanado el error.

Mientras tanto, la tripulación sigue un apretadísimo programa de experimentos, muchos de ellos sobre sí mismos, apenas retrasados por la avería. El jueves pasado tenían como tarea prioritaria el estudio del sistema nervioso autónomo, responsable del control de la presión sanguínea, y el viernes debían empezar a utilizar una silla giratoria especial que aporta la Agencia Europea del Espacio.

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