Desarticulada una red que ha estafado 3.000 millones con un fraude de aceite
Una fábrica de Tortosa mezclaba derivados de oliva y avellana
El administrador único y el director financiero de la empresa Olis de l´Ebre, ubicada en la localidad tarraconense de Tortosa, quedaron ayer en libertad bajo fianza -2,5 millones cada uno- después de haber sido detenidos como presuntos miembros e una red internacional de contrabando de aceite e avellana procedente de Turquía, que la firma mezclaba con aceite de oliva y lo exportaba a otras empresas, mayoritariamente italianas.
El beneficio obtenido por Olis de l'Ebre a través de estas operaciones, que se realizaron entre los años 1993 y 1995, superó ampliamente los 150 millones de pesetas, si bien la cuantía total del fraude es muy superior a los 3.000 millones de pesetas, cantidad que incluye aranceles impagados, cobro de subvenciones procedentes de la Unión Europea y garantías aduaneras no satisfechas, entre otros.Al administrador, Luca Moro Ungener, ciudadano italiano de 58 años domiciliado en Málaga, y al director financiero, José Valero Puig, de 40 años, vecino de Tortosa, se les acusa de los delitos de contrabando, falsificación de documentos, fraude a Hacienda y al consumo. Su detención, según fuentes de la investigación que llevan a cabo el Servicio Fiscal de la Guardia Civil y la Policía Judicial de Tortosa, desarticula la trama española de una amplia red que se extiende por otros países europeos.
El Servicio Fiscal de la Guardia Civil inició las investigaciones a finales de 1995, en colaboración con varios países europeos (especialmente con Italia) y con la Unidad Antifraude de la Comisión Europea (UCLAF), informa Susana Pérez de Pablos.
Los detenidos podrían haber introducido un total de 8,2 millones de litros de aceite de avellana, declarándolo como aceite de girasol, valorados en 3.000 millones de pesetas. "Este aceite era transportado en buques desde Turquía a los puertos de Rotterdam (Holanda), Hamburgo (Alemania) y Amberes (BéIgica), donde se cargaba en camiones cisterna a la sede de la fábrica tortosina", según fuentes policíales. Una vez allí, era mezclado con aceite de oliva en una proporción que no superaba el 20%.
Esta cantidad no es suficiente para que se detecte la manipulación a través de las catas habituales o análisis ordinarios hasta el punto de que tan sólo pruebas muy especializadas cuyo coste resulta elevado hubieran revelado la existencia de la adulteración. Una vez efectuadas las mezclas, el producto se enviaba a Italia, donde era envasado, etiquetado y comercializado. Este tipo de mezcla de aceites está prohibida, aunque su consumo no produce efectos nocivos para la salud.
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