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90 historiadores debaten en Lisboa sobre el reinado de Felipe II

¿Qué hubiera ocurrido si Felipe II hubiera hecho de Lisboa la capital de la península Ibérica? El debate sobre el reinado de Felipe II de España y I de Portugal, en el 400º aniversario de su muerte, centró ayer la primera jornada del congreso sobre Las sociedades ibéricas y el mar, organizado por el pabellón español de la Expo-98 de Lisboa.El encuentro reunirá en la capital portuguesa hasta el próximo viernes a cerca de noventa historiadores de los dos países, así como a un grupo de hispanistas de Italia, Holanda y el Reino Unido. El historiador portugués Joaquim Veríssimo Serrao, premio Príncipe de Asturias 1995, sostuvo que "insistir" en que el Portugal de aquella época no aceptó el reinado de Felipe II "es una afirmación que no se corresponde con la verdad histórica". A juicio de Serrao, " precisamente aquellos que temían los efectos de la Unión Ibérica, con el recelo de nuestra integración en la órbita de España, acabaron por aceptar el estatuto de la monarquía dualista con la certeza de que Portugal no vería quebrados así sus derechos como nación antigua e independiente".

Amargo recuerdo

El historiador portugués explicó que "Felipe II no supo conquistar el ánimo de los portugueses, quienes guardaban un amargo recuerdo de los violentos medios que utilizó para apoderarse de la Corona", y precisó que su reinado "arrastró contra Portugal a los enemigos de España, creando perjuicios graves a las rutas comerciales portuguesas". El miembro de la Academia de la Historia española Manuel Fernández Álvarez, que no pudo asistir a la inauguración pero envió su ponencia, sostiene que la unidad política de la península Ibérica" no sólo fue "el gran proyecto de Felipe II, hijo de portuguesa", sino de los Reyes Católicos y de las coronas de ambos lados, que mantuvieron durante años una política de enlaces matrimoniales con el único objetivo de la integración política".Fernández Álvarez afirma que la mayor dificultad para la integración surgió a partir del momento en que "Portugal se convirtió en uno de los grandes protagonistas de la Historia Universal por sus notables descubrimientos y "su brillante protagonismo en el Atlántico y en el Indico". A juicio del académico, "Felipe II valoraba sobremanera su empresa de Portugal, una empresa común para castellanos y portugueses", pero sus vínculos con el país vecino "no le hicieron olvidarse de aquella Castilla que era su refugio".

El temor a sus opositores en Lisboa, "con todo el encanto de esa ciudad" y, sin duda, el centro natural de aquel imperio ultramarino, no desplazó a Madrid, entre otras cosas porque, según Fernández Álvarez, allí se encontraban "los bosques de El Pardo, tan llenos de caza, y las florestas de Aranjuez". "Pero, sobre todo", dice, "porque en sus proximidades se estaba terminando la obra magna del monasterio de San Lorenzo de El Escorial".

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