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Reportaje:

Un trajín de alfombras rojas

Hollywood da los últimos toques para la gran fiesta de los 'oscars'

ENVIADA ESPECIALSi los rumores son ciertos, el perro de Jack Nicholson en Mejor... imposible será uno de los presentadores de la ceremonia de entrega de los oscars que el lunes próximo tendrá lugar en el Shrine Auditorium. El chucho, que está muy bien entrenado, ha recibido ya numerosas ofertas de trabajo. Para entregar el premio gordo, o sea, a la mejor película, se tiene en cartera a Sean Connery, quizá para desagraviarle por no haber sido nombrado caballero del imperio británico. El Oscar al mejor director no lo entregará, como es tradicional, el mejor director de la edición anterior, en este caso Antonio Minghella, que lo ganó por El paciente inglés; será Warren Beatty el encargado de hacerlo. Robert de Niro lidiará con los documentales y la extraña pareja formada por Jack Lemmon y Walter Matthau dialogará a su manera mientras leen el contenido de los sobres correspondientes al mejor guión original y el mejor guión adaptado. Corre el malévolo chisme de que Matt Damon y su amigo Ben Affleck, propuestos en la segunda categoría por El indomable Will Hunting, no escribieron el guión de por sí, sino que le compraron a alguien el argumento; y también se dice que no es original porque, inicialmente, hicieron con él una obra de teatro. Puede ser verdad, o puede ser envidia cochina, que es muy de Hollywood.

También es muy de Hollywood el Shrine Auditorium, mucho más que el Dorothy Chandler Pavillon. Es un pastelón blanquecino genuinamente concebido en los años veinte para garantizar exotismo orientalista, con sus puertas y ventanas ojivales, sus vaciados de yeso y sus cuatro cúpulas morunas rematadas por cuatro airosas combinaciones de luna creciente y estrella. Parecería que Marlene Dietrich fuera a salir de un momento a otro, descalza, siguiendo comó una perra por el desierto a su Gary Cooper legionario. En el exterior, el trajín de alfombras rojas y reproducciones gigantescas de tío Oscar empieza a cobrar intensidad. Las laboriosas artesanas de Charisma y Floats, la firma de floristería, trabajan en los adornos con materiales frescos que les llegan de California y Suramérica. La tropa de Secretos del corazón tuvo también un día muy de Hollywood, con montones de entrevistas periodísticas y una exhaustiva visita a los estudios Disney que dejó a Andoni Erburu feliz y dormido encima de su madre durante la cena. Montxo Armendáriz y Andrés Santana, como director y productor (en espera de Imanol Uribe, que llega hoy sábado), tienen que reunirse, además, con las compañías que pretenden distribuir la película,. aunque hasta ahora todavía no han recibido una gran oferta. Seguramente esperarán a ver qué ocurre el lunes: si ganan, les lloverán los novios, y si pierden, los otros seguirán esperándoles. De todas formas es más difícil para la película, careciendo de distribuidora en Estados Unidos, luchar en igualdad de condiciones con la brasileña y la holandesa, apoyadas por lobbies tan poderosos como los de Miramax y Sony.

Claro que podemos rezar para que Secretos del corazón triunfe sólo por sus méritos.La noche del jueves tuvimos una ocasión. De regreso al hotel Bel Age, después de la jornada de trabajo, el equipo español se encontró con un trepidante desfile de freaks, mayormente afroamericanos con unos toques de héroe de Spike Lee en película de orgullo negro, con toques de millonario con visera y cochazo. Ilusionada creí que se trataba de algún fiestón afro, pero cuando me puse las gafas vi que algo no cuadraba: iban de cruces hasta el cielo del paladar, y es literal, porque aquí no se cortan a la hora de combinar a Jesucristo con el piercing. Total, que era una reunión de la Malibú Vineyard, secta que se presenta a sí misma bajo el modesto enunciado de Una Auténtica Expresón de Cristo. Actuaba el grupo Plonka, que les ameniza habitualmente los encuentros, y, como aperitivo, una señorita peligrosámente escorada por el peso de la cruz que pendía de su lóbulo izquierdo vendía ejemplares de libros de autoayuda. Ninguno sobre cómo ganar el Oscar.

Hay quien cree en Dios, y quien cree en el Títanic. Dado que no hay forma de realizar el habitual merchandasing que suele acompañar a estas superproducciones (que ya es difícil transatlánticos en miniautura o muñecos inflables de Di Caprio), las ansias de los fanáticos han sido canalizadas hacia la compra del libro original, la conversión en museo de atrezzo del plató de Rosarito (Baja California) donde se rodó la película, y los viajes al fondo del mar para contemplar los restos del desdichado buque. Pero sí hay en la película un objeto que puede resultar rentable: el Corazón del Mar, la gargantilla con tremendo zafiro que el personaje de Kate Winslet (candidata a mejor actriz) se pone en la noche de náufragos y que, ya convertida en la anciana Gloria Stuart (candidata a mejor secundaria: primera vez que dos actrices son nominadas por el mismo personaje en la misma película), arroja a las profundidades del océano. Una réplica ha sido subastada por 450 millones de pesetas (para la Fundación Diana) y se espera que alguna estrella (la más hortera: quizá Hellen Hunt, que hasta hace poco salía en la lista de las peores vestidas de la revista People) la luzca en la noche de los oscars. Hay Más: unos joyeros de Ohio están lanzando el Jewel of the Sea, una reproducción de la pieza que resulta mucho más manejable y asequible (19 dólares), y para la publicidad han contratado a un doncel, antiguo empleado de un ,centro comercial de Virginia, que se parece más a Di Caprio que la joya a la jewel, y a quien aguarda un porvenir casi tan importante como el pleito que la productora de 'Titanic, les va a poner a los listos de Ohio.

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