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PASARELA CIBELES

Roberto Torretta gana la partida al abanderar la opción minimalista

Pedro Morago viste a mujer y hombre con un descuido elegante

Los modistas parecen haber dicho a coro a la falda larga, que te quiero larga. Y, salvo excepciones, así ha sido. El color de temporada será el negro con una novia de tono ciruela. Sobriedad, líneas y tejidos nuevos: ése es el orden. Vendrá un invierno seco, pero no frío, internamente lujoso, pero sin excesos. Ayer Roberto Torretta dio una lección de asepsia, y cerró Pedro Morago al jugar con poder al virtuosismo. La estrella del paso ha sido la modelo Eve Salvail y su distante imán; ella es ya un nuevo icono que pisa fuerte en todo el planeta.

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Eve al desnudo

Ya está servida la oferta para el invierno que viene. Las líneas generales se pueden trazar hacia firmes perpendiculares que casi siempre alcanzan el suelo. Faldas y abrigos muy largos, entallados firmes a la cintura y caderas, pantalones masculinos, el imperio del negro, el gris y los anticolores liderados por el ciruela y el teja empolvado. Esa es la tendencia general, y sobre ella planean libremente otras apuestas particulares.Ayer Roberto Torretta dio una lección de verdadera limpieza formal en la línea y la manufactura. Su serie de brillo fue magnífica, y aún mejor la piel vuelta en el abrigo 3/4 y la chaqueta corta; su trabajo cromático fue el reino del gris en sus múltiples antitonos y donde el punto levemente sedoso se pega a la piel, todo facturado verticalmente y con un hallazgo: las faldas rodilleras de plisado soleil. En el público, listas al aplauso admirado, Marisa Paredes y Bibiana Fernández. Al final, una tanda de transparente gasa con un hilo texturado en brillo negro, cosido en vertical y horizontal con maestría, selló una importante colección.

La alegría de Arregui

A media tarde, Angela Arregui mostró una alegría usual en ella con un sentido propio y ajustado del confort, mientras Torino y Mendoza avanzan paso a paso en sus búsquedas formales.María José Navarro hizo un punto tratado en largos, siempre en negro o combinado con prendas en bronce, terciopelos posnucleares y cuellos altos; a destacar un abrigo prusiano de paño gris. Por su parte, Carmela Rosso se mostró agresiva en los largos abrigos que imitan -¿o son reales?- al damasco de Praga, floreados y hasta el suelo, muy rígidos y armados; elegantes chaquetas cortas de cashmire acompañadas de pantalones plastificados, y otras con un curioso estampado serigráfico en oro sobre morado o acero.

Y la guinda del cierre de esta Pasarela Cibeles merece un bravo rotundo para Pedro Morago, que se mostró con gran factura en un producto hermoso y cuidado, sensual y ricamente organizado, elegante a ultranza, con guiños atrevidos a la nocturnidad y la alevosía. Cuellos grandes que se alzan, brocados azul acero que recuerdan el folclor iraní, terciopelos tratados desde el devoré a los rasados y los dobles reflejos, todo entonado sobre cortes perfectos y envolventes. Eso es coser.

Para el hombre, Morago no duda, le ennoblece sin engolarlo. La serie jeans usa el tencel para la versión en brillo, lo que la sofistica desde lo informal. Para las ocasiones de más vestir, hace un juego de prendas suaves de gran caída unas sobre otras, desde la camisa, el chaleco y la americana hasta llegar al potente abrigo de armario; el terciopelo reina en pantalones y chaquetas sobre polos de manga larga en tramas del mismo material que parecen urdidos en un programa informático. Es el hombre un poco canalla pero arregladísimo, con el descuido de los que se sienten muy seguros.

Hay que destacar en esta Cibeles el lleno constante en todos los desfiles y la alta proporción de público joven; se necesitarían dobletes de algunos desfiles punteros -hipótesis difícil en la práctica- o pantallas gigantes de video fuera de la grada, que a todas luces se ha quedado pequeña a pesar de su buen diseño y estructura. Poco famoseo, lo que ha permitido concentrar los esfuerzos sobre el noble trapo, cada vez con mejor y evidente salud.

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