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Reportaje:

"Defiendo la naturaleza como el que más"

Andrés Fernández Rubio

Eduardo Chillida, de 73 años, vive estos días un ritmo de ajetreo. El pasado viernes se abrió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando una exposición de un libro de serigrafías con las que ilustra 16 manuscritos de Juan Sebastián Bach. Mañana asistirá en la galería Nieves Fernández (Monte Esquinza, 25) a la inauguración de la muestra de terracotas que acaban de llegar de unas exposiciones en varios museos de Europa. Y además de estar presente en diversas casetas de Arco, la galería Elvira González (General Castaños, 9) presenta una exposición que Chillida se reparte con Mark Rothko, con quien ya compartió espacio en 1962, en el Museo de Arte Contemporáneo de Basilea, en la primera muestra europea del ilustre pintor norteamericano.Junto a estas exhibiciones de sus trabajos más pequeños, Chillida sigue trabajando en proyectos visionarios. Uno de ellos, la escultura que se instalará en la plaza que concentra las grandes pinacotecas de Múnich, titulada Buscando la luz. Otro, el jardín del siglo XVIII que Chillida ha recuperado en las afueras de San Sebastián, territorio donde sus esculturas conviven con los árboles y que está llamado a ser, cuando se abra al público a partir del verano, una de las grandes atracciones turísticas del País Vasco. Y un tercero, que ha despertado la polémica: el espacio cúbico de 50 metros de lado que se cavará en Fuerteventura dentro de la montaña de Tindaya, invisible desde fuera, un proyecto cuya delicadeza y genialidad han sido puestas en duda por algunos grupos ecologistas. Una gran escultura "para la tolerancia, para los hombres de todas las razas y colores", según Chillida. "Una obra muy bella y original", "un espacio interior metafísico", según el escultor canario Martín Chirino.

"Tenemos toda la razón y ellos muy poca", afirma Chillida, que está convencido de que los ecologistas contrarios al proyecto "lo juzgan sin conocerlo". Chillida explica que el proyecto de Tindaya "si algo tiene es para los demás". "Yo no voy a cobrar", añade, "lo único que he pedido es el espacio interior de la montaña para demostrar que todos somos hermanos. Es la misma idea que me llevó a crear el Elogio del horizonte de Gijón, sólo que aquí se verá amplificada por la escala".

Durante toda su carrera, Chillida dice haber defendido la naturaleza "como el que más". "Yo me la he jugado en Lemóniz, porque hice el póster en contra de la central nuclear aquella. En general, he mantenido siempre una postura ecológica. Pero los que protestan no me conocen, no saben una palabra de mí, no les intereso lo más mínimo. Siempre he sentido una gran simpatía por el movimiento ecologista, y estoy dispuesto a apoyarles siempre que quieran. Pero a los ecologistas razonables, no a estos que no sé ni quiénes son y en cuya postura no hay nada importante del ecologismo. Si sus reclamaciones fueran importantes no actuarían así, desde luego". "Y si lo que quieren es asustarme, tampoco lo van a conseguir, yo no me asusto fácilmente", añade el escultor en referencia a las llamadas telefónicas y anónimos insultantes que ha recibido.

El último episodio del enfrentamiento ha sido una carta enviada la semana pasada al escultor, en la que la denominada Coordinadora Montaña de Tindaya afirma que el proyecto no es sino una "mera coartada para continuar con el negocio de extracción minera y la especulación inmobiliaria". El colectivo no dirige sus críticas al proyecto de Chillida, sino a los "oscuros intereses" que se esconden tras él.

Eduardo Chillida responde que de producirse la especulación que denuncia la Coordinadora Montaña de Tindaya él sería el primero en abandonar el proyecto. El escultor no acaba de comprender que una creación artística como la suya sea centro de polémica. "Nunca he entendido el porqué de esta campaña", afirma. "Dicen que vamos a sacrificar la montaña, y no es así: la vamos a salvar. Es una montaña de la que están sacando piedra de todas partes, y eso se va a acabar. También dicen que el Gobierno canario va a hacer hoteles y a especular en la zona. Yo lo he advertido públicamente: si eso es así, abandonaré. Pero el Gobierno canario se ha comprometido por escrito a no hacer nada en la explanada. Todo se va a respetar a la perfección. Nosotros sólo vamos a penetrar dentro de la montaña para comunicar con el sol, la luna y el horizonte, para crear un espacio en el que el hombre se sienta disminuido en su dimensión física y hermano de los demás hombres. Es una idea que no voy a abandonar así como así". Chillida hace referencia a una carta en la que el Gobierno canario se compromete a "respetar en su totalidad la idea artística de Eduardo Chillida". "El Gobierno canario afirma tajantemente", añade la carta, "que tanto en la montaña de Tindaya como en su entorno no habrá ni aparcamientos ni ascensores, ni se construirán hoteles ni urbanizaciones ni en la montaña ni en los alrededores".

La sensibilidad ecológica de Chillida se pone también de manifiesto en Zabalaga, el jardín en el que una treintena de grandes esculturas conviven con cedros, castaños, chopos y laureles. "Allí no se toca un árbol", señala el escultor. "Estamos arreglando los caminos, y cuando se recluten todas las piezas de todas las exposiciones que he tenido este año por ahí, y se rematen algunas cosas y se termine de arreglar una pequeña construcción al lado de la entrada, estaremos preparados para abrir al público".

Fue precisamente en Zabalaga donde Chillida estrechó la mano de Jorge Oteiza el pasado diciembre, terminando así con una enemistad de tres décadas. "Le quise invitar a que viniera a Zabalaga y nos dimos un abrazo y se ha acabado el problema", recuerda Chillida. "Luego ha estado comiendo en casa y nos hemos visto varias veces. Cuando pasan este tipo de cosas es muy dificil la reconciliación pero, afortunadamente, hemos podido reconciliamos. Creo que más gestos como éste serían positivos en Euskadi".

Entre los preparativos para la apertura de Zabalaga y las exposiciones de Madrid, Chillida ilustra un libro inspirado en Parménides y trabaja en la escultura para Múnich Buscando la luz, tres piezas que irán colocadas entre las dos pinacotecas existentes, más la nueva actualmente en construcción, "que se van abriendo hacia arriba, como olas cada vez más anchas, cerrando un espacio al que se puede entrar por un lado". "Es una pieza que parece absolutamente maciza y sin embargo está abierta por dentro", añade, "se puede entrar por una cara y todas ellas van buscando la luz".

Mañana, Chillida asistirá en Madrid a la inauguración de la muestra en la galería Nieves Fernández, pensada en homenaje a la galerista. "Es una mujer que ha hecho buenas exposiciones y colecciones, como la de Telefónica, entre otras", dice. "Y ahora resulta que el Comité de Arco no la considera aceptable para que pueda exponer en dicho encuentro. Conozco la sensibilidad para el arte de Nieves Fernández y me pregunto que cómo es posible. Por eso le he dejado terracotas y gravitaciones, que vienen de exposicionesrecientes en Alemania y Holanda, para exponerlas en su galería".

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