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Los abogados de Clinton quieren sentar al fiscal Starr en el banquillo

David Kendall, uno de los abogados de Bill Clinton, presentará mañana una demanda contra el fiscal independiente Kenneth Starr como presunto responsable de las "filtraciones" que esta semana han vuelto a elevar la temperatura del caso Lewinksy. La jugada se enmarca en el intento de la Casa Blanca de convertir a Starr de acusador en acusado. Starr dice que "nada permite sostener" las acusaciones "sin sentido" del presidente y sus abogados.

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La salvaje partida del caso Lewinsky, que a finales de la semana pasada presentaba una clara ventaja para Clinton, ha adoptado en los últimos días un mal giro para el presidente. Pero su respuesta ha sido fulminante. El viernes, un Clinton flanqueado por su amigo Tony Blair se amparó en el secreto de las investigaciones para no explicar los puntos oscuros de su relación con Monica Lewinksy. Sin embargo, no se mordió la lengua a la hora de acusar al "otro bando" de "filtraciones ilegales".El abogado Kendall materializará mañana ante un tribunal federal de Washington las acusaciones presidenciales. En una carta enviada a Starr el viernes por la noche, Kendall le dice: "Las filtraciones de su oficina han alcanzado un punto intolerable. Con esas filtraciones se están desvelando informaciones y falsedades que pretenden presionar, manipular e intimidad a testigos y posibles testigos".

Los juristas citados ayer por los medios norteamericanos no creen que la demanda del abogado presidencial pueda detener la investigación de Starr ni mucho menos apartarle del caso. Pero le quitará tiempo y energías y deteriorará aún más su imagen ante la opinión pública.

Falta le hace a Clinton: The New York Times ha lanzado dos cargas de profundidad contra la línea de flotación del buque presidencial. La primera, la revelación de que Lewinsky visitó la Casa Blanca 37 veces después de haber abandonado el trabajo que allí tenía. La propia Dee Dee Myers, ex jefa de prensa de Clinton, cree que "no es normal" que un ex empleado de bajo rango tenga tanto acceso al principal centro de poder del planeta. El viernes, el periódico neoyorquino publicó otra información explosiva citando "abogados familiarizados con la declaración" de Betty Currie, la secretaria personal de Clinton en la Casa Blanca. Según esa información, confirmada luego por The Washington Post, el presidente convocó un domingo del pasado enero a Currie y la entrenó sutilmente en lo que debía decir en caso de que tuviera que prestar testimonio. Mientras que Currie recordaba que Clinton y Lewinsky habían sostenido encuentros privados en la Casa Blanca, Clinton le dijo: "Nunca estuvimos solos, ¿verdad?".

Un editorial del miércoles de The New York Times recuerda que siempre ha defendido la autocrítica periodística, pero lamenta que algunos errores y exageraciones cometidos por los medios en los primeros momentos les hayan llevado al extremo opuesto: "la autoflagelación, la epidemia de mea culpa". El caso Lewinsky, añade, es muy importante. "A millones de ciudadanos les concierne el hecho de saber si el presidente ha mentido bajo juramento o mirando directamente a las cámaras".

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La evolución del caso sigue dependiendo del acuerdo que alcancen o no el fiscal Starr y Monica Lewinsky. William Ginsburg, el abogado de la joven, quiere que Starr se atenga al preacuerdo que alcanzaron hace unos días y que el fiscal rechazó luego. Según ese preacuerdo, Lewinsky obtendría plena inmunidad si cuenta que sostuvo relaciones sexuales con el presidente. La muchacha se niega, en cambio, a confirmar que Clinton la presionó para que mintiera.

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