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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Irresistible Pogorelich

Seis pianistas, un organista y un trío con piano constituyen el tercer ciclo de solistas organizado por la revista Scherzo y auspiciado por Canal + y Canal Satélite Digital. Abrió la serie una personalidad tan fuerte, virtuosística y diferenciada como es Ivo Pogorelich (Belgrado, 1958). El interés de cuanto hace lo demuestra el silencio que impone en la audiencia; las señas individuales de identidad porque al final nunca falta cierta polémica.La verdad es que no acabo de entender el frecuente deseo de que todo intérprete coincida con nuestro particular gusto. Lo importante reside en considerar si lo que nos ofrece un artista como Pogorelich es bello y consecuente con sus propios planteamientos. La respuesta es afirmativa en ambos casos. Si, además, las realizaciones son tan perfectas y dominadoras en todos los órdenes, si el color se diversifica gracias a una imaginación fuera de serie y si la voluntad de penetración es tan evidente como en el caso de Brahms, sus Rapsodias en si menor y en sol menor y sus tres Intermezzi, opus 117, el impacto está más que asegurado: es irresistible.

Ivo Pogorelich

Ciclo de Grandes Solistas (Scherzo / Canal + / Canal Satélite Digital). Ivo Pogorelich, pianista. Auditorio Nacional, Madrid, 27 de enero.

En Brahms, Pogorelich medita largamente sin permitir que una sola nota pierda su valor significante; la introversión característica del compositor hamburgués se nos da iluminada, sensible y casi sensitiva gracias al extremado preciosismo sonoro. Para terminar la primera parte escuchamos un Momento musical de Rachmaninov preciosamente expuesto, que aligeró la tensión emocional de Brahms.

Se asomó Pogorelich a lo español por la ventana de Enrique Granados, en visión idealizada, más romántica que hispanista y, por supuesto, apartada de la tradición, pero enormemente atractiva. Precedida por un fragmento de Romeo y Julieta, la Sonata número 3 de Prokofiev cerró un recital espléndido, aleccionador y con frecuencia casi místico. En el mundo de la interpretativa contemporánea mucho más rico en técnica que en pronunciamientos individuales, puede extrañar la manera de Pogorelich. Sin embargo, me parece apasionante. El éxito fue más intenso que clamoroso.

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