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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Juego limpio

LA LIBERALIZACIÓN efectiva del mercado de las telecomunicaciones empezó el viernes pasado con la inauguración oficial de los servicios de Retevisión, segundo operador de telefonía. A pesar de los obstáculos iniciales -la conexión con los teléfonos móviles no ha sido precisada en los acuerdos, por lo que aún no podrá ofrecer este servicio-, que deben ser eliminados sin tardanza, la presencia de un segundo operador en el mercado y la de un tercero, cuya licencia se otorgará este mismo año, significa que Telefónica ya no es la única referencia en el sector de las comunicaciones, y que puede -y debe- iniciarse una dura competencia que debería traducirse en un abaratamiento del servicio para los usuarios. El monopolio telefónico creado en 1924 ha pasado formalmente a la historia.Retevisión, el segundo operador, que se estrenó el pasado viernes, es una empresa que tiene una fuerte participación accionarial pública. El Estado controla el 30% del capital, y Endesa, una empresa pública, tiene el 21%. Inicialmente, los servicios del nuevo operador se limitan a llamadas internacionales e interprovinciales; según la compañía, podrá ofrecer un servicio de llamadas locales a partir de septiembre. Pero, a pesar de estas limitaciones, el hecho importante es que Telefónica ya no será la única vía de telecomunicaciones.

La persistencia de Telefónica como servidor único del teléfono y de otras modalidades de comunicación había acostumbrado a las empresas y a los usuarios a tarifas únicas y a una calidad del servicio imposible de mejorar como no fuese desde los estímulos autoaplicados por la propia compañía monopolista. Las nuevas reglas de juego, incluso aunque la capacidad de competir en todos los servicios sea limitada durante algunos meses, obliga a replantear la estrategia comercial de los operadores y a afinar la calidad del servicio, todo ello en beneficio de los consumidores.

Ahora bien, la presencia de dos o más sociedades en el mercado aumenta las posibilidades de competencia en precios y servicios, pero no garantiza por sí sola que vaya a producirse una competencia real. Para que efectivamente exista esa competencia que beneficie a los usuarios es necesario además que se practique un juego limpio, sin ventajas de partida entre las operadoras.

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Este juego limpio exige, Por ejemplo, que se considere la posibilidad de que los contratos telefónicos en las Administraciones públicas se adjudiquen por concurso; o que las contrataciones realizadas con anterioridad a la existencia de un segundo operador puedan suspenderse o modificarse sin excesivo coste para el usuario del servicio. Debe evitarse que la empresa ya instalada -en este caso, Telefónica- tenga la posibilidad de capturar el mercado, prevaliéndose de su dominio actual mediante contratos prolongados o de rescisión excesivamente onerosa.

La introducción de una competencia efectiva en el mercado telefónico es vital para los grandes consumidores: entidades financieras y empresas con un consumo intensivo de telecomunicaciones, que resultan cada vez más decisivas en el tráfico comercial. Estas razones son suficientes para pedir transparencia en el proceso de liberalización y exigir la máxima atención a la Comisión de Telecomunicaciones, como institución reguladora de este mercado; de forma que la introducción de la competencia en el mercado de las telecomunicaciones no se entienda agotado con la instalación de dos o más operadoras, sino que se extienda a la comprobación de que la competencia en precios y servicios favorece efectivamente a los consumidores, sean empresas o clientes individuales. Dar por hecho que la ruptura formal del monopolio es sinónimo de mejora para los ciudadanos es simple autocomplacencia.

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