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La reapertura del teatro de la Zarzuela inicia una nueva etapa en la vida lírica de Madrid

La Reina asistió anoche a la representación de "El chaleco blanco" y "La Gran Vía"

Con la reapertura del teatro de la Zarzuela, celebrada anoche en Madrid, unida a la reinauguración del Teatro Real el pasado mes de octubre, queda normalizada la vida lírica madrileña y, al igual que en otras capitales europeas, la ciudad ya cuenta con más de un teatro dedicado a este género. La representación de El chaleco blanco y Gran Vía, de Federico Chueca, ambas con dirección escénica de Adolfo Marsillach, contó con la asistencia de la Reina.

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Una joyita

Doña Sofía fue calurosamente acogida a su llegada, antes de oír en pie junto al público el himno nacional. Minutos antes la habían esperado en el exterior del teatro las ministras de Educación y Cultura y Justicia, Esperanza Aguirre y Margarita Mariscal de Gante, respectivamente y el ministro de Fomento, Rafael Arias Salgado, así como Miguel Ángel Cortés, secretario de Estado de Cultura. En el vestíbulo del coliseo otras autoridades también dieron la bienvenida a la Reina, que acudió con Rafael Spottorno, secretario general de la Casa Real.Sólo cuatro personas permanecieron sentadas durante la interpretación del himno, tres señoras que por su edad y condiciones físicas todos entendieron que quedaban exentas del signo y el escritor Francisco Umbral, hecho que pasó a ser la comidilla de numerosos corros de espectadores en el descanso. Umbral se explicó: "Me había quitado el zapato izquierdo nada más entrar porque me dolía muchísimo el pie y cuando sonó el himno me pareció de mal gusto ponerme en pie y que se me viera el calcetinillo".

Con menos parafenarlias que la inauguración del Real y sin la obligación de asistir de largo pero con un patio de butacas en el que se veía una más amplia representación de la sociedad española y del mundo de la cultura, la noche transcurrió con toda normalidad. Antonio Buero Vallejo, Francisco Nieva, Carmen Martín Gaite, Jesús del Pozo, José Luis Sampedro, José Tamayo, María Jesús Valdés, Amparo Rivelles, Alberto Zedda, Jaime de Armiñán, Carmen Cortés, María Rosa y Alberto Corazón eran algunos de los presentes.

Los espectadores no sólo no pasaron frío, algo tradicional en este teatro en estas fechas, sino que hubo que bajar la temperatura de la nueva climatización que ayer se estrenó con público. Desde que este teatro se inaugurara en 1856, día del octavo cumpleaños de la reina Isabel II, sus espectadores siempre se quejaron amargamente del frío en invierno y el bochornoso calor en verano, problema que desde ayer ha quedado resuelto.

Mientras la representación transcurría con normalidad y era bien acogida por el público, que prorrumpió en aplausos en varios momentos, el director del mismo seguía con disimulado nerviosismo el espectáculo a través del circuito interno de televisión en el despacho de Emilio Sagi, director artístico del teatro de la Zarzuela, quien no paraba de canturrear las zarzuelas simultáneamente con los cantantes, pero con menos sentido musical que ellos. Marsillach, por su parte, no movía ni las pestañas y tan sólo susurró: "Aquí estoy aguantando el paso de haber sido imprescindible en este espectáculo hasta hace horas y ahora saberme totalmente inútil en él", a lo que añadió Sagi: "Es el destino de los directores".

José Tamayo, el más popular director de zarzuelas de nuestro país, asistió y, al finalizar las representaciones, afirmó: "Cuando las cosas son buenas y se hacen bien me alegra mucho, me siento espectador y me dejo ganar por lo que pasa y esta noche hemos podido ver dos maravillosas zarzuelas montadas con rigor e imaginación".

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