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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una joyita

Coincide la reapertura del Teatro de la Zarzuela con dedicación preferente al género que le da nombre con el auge en Madrid de los musicales. La aceptación en alza de los espectáculos de entretenimiento es un signo de los tiempos actuales. La recuperación de la zarzuela puede encajar con facilidad en estas corrientes de éxito.Especialmente con obras como La Gran Vía de Chueca -como "una joyita" la define Eduardo Haro Tecglen en un formidable artículo del magnífico programa de mano- y con un enfoque tan ágil, vivo e imaginativo como el que Marsillach da a esta pieza.

No es fácil reavivar la zarzuela a la medida de la sensibilidad actual. Se necesitan cantantes con gran capacidad teatral, que sepan extraer del texto la riqueza lingüística y el tono costumbrista. La Gran Vía mantiene una vigencia actual en muchas de sus situaciones. La música tiene gracia, vitalidad, alegría imparable. Los diálogos son chispeantes.

Chueca

Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Dirección musical: Miguel Roa. Dirección escénica: Adolfo Marsillach. Escenografía y figurines: Carlos Cytrynowski (La Gran Vía) y Julio Galán (El chaléco blanco).Ediciones críticas de la Fundación Autor-ICCMU.

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Marsillach la da un aire de revista castiza. El ritmo del espectáculo es trepidante y los cantantes-actores hacen un esfuerzo para que la dicción sea clara y los movimientos posean la comicidad que la obra demanda. El soporte orquestal desde el foso es correcto, limpio, contenido y un poco bisoño por parte de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por el experto Miguel Roa, para dar con el estilo popular del género. Le falta algo de atrevimiento, de garbo, de osadía, que quizá se vaya adquiriendo en las próximas sesiones, cuando esté más rodado y el público sea el normal y no la concentración de famosos del estreno.

Enrique Baquerizo y Luis Varela llevan con buen pulso la continuidad escénica. Los personajes de Menegilda y El Eliseo, que normalmente recaen en la misma cantante, se desdoblan tal vez para homenajear a dos clásicas de la zarzuela, Milagros Martín y Josefina Meneses. Ninguna de las dos está en su mejor momento, pero conocen las peculiaridades del género. Como también las conoce Milagros Ponti, que dibuja una Doña Virtudes comunicativa y con gracia.

La sonrisa se mantiene en el espectador continuamente, lo que da una idea de que la obra fluye con corrección. Ante un logro tan conseguido como el de La Gran Vía, El chaleco blanco no pasa de ser un entremés: gracioso, bien llevado, equilibrado en su conjunto, tal vez un poco sosito, y resuelto con profesionalidad.

El Teatro de la Zarzuela inicia su nueva etapa con frescura. Su conexión con uno de sus mejores montajes de los últimos 20 años es una prueba del espíritu que le anima para el futuro. La entrega de sus cuerpos estables ha sido ejemplar. Ha sido una reinauguración amable y esperanzadora. Chueca ha salido reivindicado. Es de lo que se trataba. La próxima cita será, sin duda, más arriesgada y dará una idea más precisa de las posibilidades del teatro.

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