Un lugar llamado al-Qal'at
Una gira arqueológica por el sur del Henares, donde yacen los restos del alcázar que dió nombre a la ciudad
Que Alcalá fue fundada por los romanos es creencia tan arraigada que no necesita demostrarse; creencia antigua, noble y hermosa cuyo único defecto es el de no ser cierta. Quienes postulan la continuidad entre Complutum y la actual ciudad del Henares olvidan que la invasión árabe dejó despoblado el primitivo núcleo romano y visigótico, sito al norte del río, y que durante cuatro siglos el único asentamiento relevante fue el alcázar, o al-Qal'at, erigido en la orilla contraria. De éste fue, y no del otro, de donde salió luego el germen de la nueva Alcalá; de ahí su nombre. Negarlo -por pereza mental o por racismo retroactivo- no conduce a nada, si no es al calamitoso abandono en que yacen las ruinas del castillo moro.Al-Qal'at, 'Abd al-Salam o, si lo prefieren, Alcalá la Vieja, fue una de las primeras fortalezas islámicas de la cuenca del Tajo en fundarse, allá por el si glo VIII, y una de las últimas en arriar la bandera, hacia 1120, casi medio siglo después de que Alfonso VI conquistara la zona, tardanza que sólo puede explicarse por algún chanchullo que pactaron bajo mano el rey cristiano Y el gobernador de la plaza. Pero Alcalá representaba una amenaza para Madrid o Toledo, como se demostró en la ofensiva almorávide de 1108, y el arzobispo de Toledo, Bernardo, marchó contra ella con un gran ejército, y tras levantar un castillo padrastro o fuerte de madera en el cerro vecino, hoy de Malvecino, la asedió y la hizo suya. En el siglo XIII, otro arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, tuvo la ocurrencia de consagrar un santuario a los santos niños Justo y Pastor en el lugar en que se suponía que estaban enterrados estos mártires paleocristianos, a las afueras de Complutum, y así fue como los arrabaleros de al-Qal'at empezaron a cruzar el río y a colonizar la nueva Alcalá que todos conocemos. En 1518, un informe del conde de Palma para Carlos I rezaba: "La fortaleza es grande, aunque maltratada buena parte de su muralla. No tiene más que tres hombres, que son los criados del alcaide". A finales de esa centuria, al-Qal'at fue abandonada; sus piedras, con el tiempo, serían expoliadas, y hoy sólo quedan los raigones que pueden verse en un cerrete frente a la ermita de la Virgen del Val, allende el Henares.
Cruzando el Henares por el puente Zulema, camino de Loeches, nada más pasar unas naves hallaremos a la izquierda el acceso a lo que el Ayuntamiento de Alcalá ha declarado por su cuenta y riesgo, sin encomendarse a Dios ni al Gobierno, parque natural. Una iniciativa sorprendente, si se considera que hasta hace no mucho el lugar era usado como vertedero. Valores naturales no le faltan, pues en estos páramos la erosión ha modelado un paisaje de mesas, o pequeñas mesetas calizas, ceñidas por barrancos arcillosos en cuyos escarpes anidan halcones, chovas, grajillas y conejos a porrillo; un barrancal que apenas puede ocultar su desnuda belleza desgarradora bajo algún bosquete de pinos carrascos.
Desde el aparcamiento nos echaremos a andar por la pista que se adentra en el parque y, optando en la primera bifurcación por el ramal de la derecha, enfilaremos hacia la principal altura en lontananza (cérro Ecce Horno, 835 metros), sin tomar por desvío alguno, hasta que, a tres kilómetros escasos del inicio, junto a una casilla de cazadores, doblemos a la izquierda por un camino de grava que baja al río. Muy cerca, aguas arriba, en un montículo que amenaza desplomarse sobre el Henares, yacen los muñones de las torres y los lienzos, los silos, los aljibes..., y la torre albarrana que una restauración in extremis libró en 1989 de la ruina total. Poca, muy poca cosa para una ciudad que blasona de antigua y de culta.
Unamuno, a quien no nos cansaremos de recordar en este 1998 que ya llama a la puerta, decía que el campo es metáfora. Alcalá la Vieja, desmoronada sobre el barro, es la metáfora perfecta del olvido.
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