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"La Iglesia cubana aspira a más libertad"

El arzobispo de La Habana, Jaime Ortega, 60 años y cardenal desde noviembre de 1994, considera que la visita de Juan Pablo II a Cuba el próximo mes abre "una etapa en un proceso de mejora en las relaciones entre la Iglesia y el Estado". El pasado 17 de diciembre, el presidente cubano, Fidel Castro, recibió a los obispos cubanos con el cardenal Ortega al frente.Pregunta. ¿Ha podido conseguir en su primer encuentro con Castro garantías sobre el desarrollo de la visita del Papa y la situación de la Iglesia en Cuba?

Respuesta. Ya había tenido algún encuentro con el presidente con ocasión de las entrevistas que mantuvo con obispos extranjeros o con representantes del Vaticano. Pero en esta ocasión fue la primera vez en 12 años que, de manera formal, Castro aceptó recibir a la Conferencia Episcopal de su país. Por tanto, no se trataba de recibir "garantías" y menos aún de buscar acuerdos con las autoridades estatales. El encuentro estuvo centrado en la preparación de la visita del Papa. El presidente nos ha dado todas las garantías sobre su desarrollo, señalando que la libertad de movimientos y de expresión será total, que Juan Pablo II tendría una acogida adecuada y que su mensaje sería bien recibido. El jefe del Estado precisó que el Papa no sera sólo el invitado de la Iglesia, sino de todo el país.

P. ¿Cómo acogió uted la declaración de Castro del 15 de diciembre, ante la Asamblea Popular de que la libertad religiosa había sido respetada en Cuba?

R. Para justificar su aseveración, el presidente Castro tomó como punto de comparación lo ocurrido en las revoluciones francesa, mexicana o la instauración de la República en España y la guerra civil subsiguiente. Durante esos acontecimientos, efectivamente, el clero conoció el martirio. Pero en Cuba no hubo violencia contra los curas y los creyentes comparables, por ejemplo, a la sufrida por la Iglesia ortodoxa de Rusia con la revolución bolchevique.

Es decir, el presidente comparó nuestra situación con otras peores, ¡pero es que la Iglesia cubana aspira a lo mejor! Nuestra actuación está a mitad de camino entre el todo y la ausencia de libertad. Nunca hemos sido tratados como las iglesias en los países comunistas del Este europeo. Hemos tenido siempre la libertad de nombrar obispos y sacerdotes, cosa que no ocurría en un país tan católico como Polonia. El propio Papa recuerda que su nombramiento como obispo auxiliar de Cracovia en 1958 tuvo que esperar la autorización estatal. La mía como arzobispo de Cubano fue nunca objeto de tal compromiso.

En comparación con esas situaciones extremas, el presidente puede considerar que la Iglesia de Cuba es libre. Pero nuestro deber es recordar que nunca hemos tenido acceso, por ejemplo, a los medios que nos hayan permitido asesgurar a los niños una educación católica. Y tampoco hemos tenido acceso a los medios de comunicación. Estas son realidades que las autoridades no pueden ignorar.

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P. ¿Y ha hablado de ello con Castro?

R. En ese primer encuentro no hemos abordado todos los temas, pero le hemos dejado claro que la visita del Papa no es para nosotros un punto de llegada. Tampoco un punto de partida. Es una etapa en un proceso de mejora en las relaciones entre la Iglesia y el Estado. He recibido, por ejemplo, garantías de que en enero podré hablar por primera vez en la televisión nacional y en la local de La Habana. Para movilizar a la opinión en la preparación de la visita del Papa, mi obispado sólo dispone de un pequeño boletín mensual de información con una difusión de 8.000 ejemplares. El acceso de la Iglesia a los medios de comunicación del país forma parte de un proceso dinámico. No esperamos un cambio de la noche al día, pero esperamos poder ocupar en la sociedad un espacio cada vez más amplio para poder cumnplir nuestra misión. Esta es la esperanza que nos anima más allá de la visita papal.

P. ¿Ha recibido, al menos, garantías con respecto a la educación, al derecho de abrir escuelas católicas?

R. Aunque tampoco esperamos esto a corto plazo, nuestras peticiones no deben caer en el olvido. En cualquier sistema social o político, la educación forma parte de los medios de que dispone la Iglesia para poder cumplir su misión de servir fielmente a la promoción del hombre en todas sus dimensiones. La Iglesia no podrá nunca renunciar a su misión fundamental que es la educación religiosa.

Durante mucho tiempo las familias han sido sometidas en Cuba a muy fuertes presiones para que sus hijos no fuesen a misa o asistiesen al catecismo.

Hoy, es cierto, la situación ha cambiado. Hemos podido recibir de México dos milllones de catecismos. Reibimos también Evangelios, y al ritmo que vamos, antes del año 2000, un millón de familias cubanas habrá podido leer el Evangelio. Cuando pedimos libertad religiosa no planteamos abrir grandes colegios, sino crear un estado de espíritu capaz de facilitar nuestra tarea de despertar la fe.

P. ¿La visita del Papa contribuirá a un clima más favorable?

R. Sí. Va a marcar una etapa en la afirmación del renacer religioso que transforma Cuba. Estoy seguro de que el paso del Papa por la isla aportará sus frutos, casi tan imprevisbles como los que dejó el tránsito de Cristo sobre la tierra. Para mi país veo, sobre todo, la esperanza del despertar de ciertos valores que permitan el acceso a una verdad de la que el Papa es testimonio y mensajero.

copyright Le Monde.

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