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El fotógrafo Alberto Schommer retrata todos los aspectos del cante jondo

Granada acoge la presentación del libro 'Flamenco' y una muestra

El vasto mundo del cante jondo, con sus momentos de pasión e intimidad y sus personajes más profundos, es el eje central de Flamenco, el nuevo libro del fotógrafo Alberto Schommer (Vitoria, 1938), que fue presentado el jueves por la noche en Granada. La obra, a la que Schommer llevaba dándole vueltas en la cabeza más de 12 años, es un recorrido, a través de fotos en blanco y negro, por todas las claves del flamenco, desde sus grandes maestros actuales hasta las ceremonias a las que el profano no tiene acceso.

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Durísimos rostros

Flamenco, cuyo título original iba a ser La erótica del flamenco está editado por la Fundación Caja de Granada, que acompaña su publicación con una exposición fotográfica en el Centro Cultural La General hasta el 11 de enero.El libro requirió cuatro meses de trabajo intenso más un mes de "trabajo de campo", como explicó Miguel Mora, periodista de EL PAÍS, autor del prólogo que relata todos los pormenores de la experiencia. Mora y el editor de la revista La Caña, Juan Verdú, hicieron de guías de Schommer para introducirlo en los principales circuitos del flamenco de Jerez, Granada y Madrid, el triángulo en el que se desarrolla la obra.

"El resultado", señaló Mora, "es un trabajo muy difícil y al mismo tiempo muy hermoso sobre gente que en otras partes del mundo es venerada y en España resulta desconocida, una gente, la del flamenco, con un talento y una sabiduría de vivir muy especiales".

Flamenco, con 130 imágenes, mezcla algunos retratos de estudios altamente elaborados con fotografías en plena acción realizadas en los momentos más insospechados. Por sus páginas pasan maestros de la categoría de Enrique Morente, José Menese, José Mercé, Eva la Yerbabuena, La Macanita, Carmen Linares, Vicente Amigo, Serranito, Pepe de Lucía, Rancapino, Mario Maya, El Güito, Rafael Amargo o Sara Baras.

Junto a ellos, Schommer ha captado a personajes anónimos y espontáneos que, según él, "son los que le dan carácter al libro". El criterio seguido por el fotógrafo fue reflejar más la intensidad del flamenco que centrarse unicamente en las figuras, por lo que entró en las casas, en las fiestas, en los bares, en todos los rincones donde hubiese cante jondo, lo que le llevó a descubrir que "hay mucha gente que no es profesional del flamenco, pero que lo vive de una forma profundísima".

"Es un libro que capta la intimidad, un libro hecho desde la confianza, en las casas, en las bodas, en su mundo", lo definió Miguel Mora. Según su autor, la estructura de la obra es compleja y variada, en la que ha llevado a cabo diversas técnicas. Como ejemplo, Schommer citó secuencias de fotografías que, puesta una delante de la otra, muestran cómo se desarrolla un baile, casi como una película. Siempre en blanco y negro, Schommer pasa de los tonos desvaídos a los granulados de gran impacto visual, y desde las fotografías perfectamente estudiadas hasta las que surgen de modo casi improvisado, lo que le obligó durante varios meses a tener que trasnochar para poder encontrar el momento exacto de un cantaor en una fiesta privada. "He tratado de llevar", dijo Schommer, "la pureza del flamenco a la pureza de la propia imagen, de que la fotografía fuese como la misma esencia del flamenco, y creo que he conseguido algunas imágenes muy fuertes".

Alberto Schommer admitió haberse sentido impresionado en esta nueva aventura de "la libertad de los flamencos". "Las gentes viven en un mundo sin ataduras, que me recuerda mucho a la forma de vivir del director de cine John Houston, que vivía exactamente así: son buena gente, a las que en un momento determinado, con una copa, o con las que sea, les sale el cante, la libertad, y son unos verdaderos genios"

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