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VIOLENCIA EN EL PAÍS VASCO

Dos etarras que estaban deportados desde 1985 en Cabo Verde se han ido a Cuba

Tres de los seis miembros de ETA deportados a mediados de los 80 a Cabo Verde han abandonado recientemente este archipiélago africano y al menos dos de ellos se han trasladado a Cuba para estudiar enfermería con becas del Gobierno de La Habana, según fuentes gubernamentales españolas. La marcha de estos dos o tres etarras acentúa el reagrupamiento en la isla caribeña de viejos activistas desterrados en países del Tercer Mundo. Las autoridades caboverdianas no pusieron dificultades a la salida de los miembros de ETA.

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Tomás Linaza Etxebarria, de 41 años, y Endika Iztueta Barandika, deportados a Cabo Verde en febrero de 1985 junto con Ángel María Lete Etxaniz, Patas, de 46 años, desterrado seis meses después, han abandonado la ex colonia portuguesa en África, en la que aún permanecen otros tres militantes de ETA (Félix Manzanos, Antxon Olaizola y Emilio Martínez de Marigorta).Linaza e Iztueta, que trabajaban como enfermeros en el hospital Agostinho Neto, de Praia (la capital caboverdiana), abandonaron el pasado octubre sus empleos, según fuentes próximas al centro. Previamente, obtuvieron visados cubanos y becas para perfeccionarse en Cuba en enfermería, uno de ellos como ayudante anestesista.

Ambos etarras, que habían adquirido la nacionalidad caboverdiana, viajaron a La Habana, presumiblemente el, 19 de octubre, en un vuelo de las líneas aéreas de Angola que despegó del aeropuerto internacional de Sal. En Praia, donde vivían, dejaron a sus esposas caboverdianas e hijos.

Lete, junto con su esposa vasca, ha abandonado la isla volcánica de Fogo, según algunos vecinos, que dicen ignorar el paradero actual de la pareja. Algunas fuentes sospechan que podría haber viajado también a Cuba.

En la capital caboverdiana permanece Martínez de Marigorta, que repara neumáticos en un taller mecánico, mientras que en Mindelo, capital de la isla de San Vicente, residen Olaizola y Manzanos, que trabajan como enfermero y taxista, respectivamente.

Con el reciente traslado a Cuba de al menos dos de los etarras, el número de militantes de ETA afincados en Cuba rebasa probablemente la docena. Oficialmente hay ocho en esta isla: Elena Bárcenas Argüelles, Tigresa; José Ignacio Rodríguez Muña, Zippo; José Ángel Urtiaga Martínez; Jesús Abrisketa Corta; José Miguel Arrugaeta San Emeterio; José Ignacio Echarte Urbieta; Luciano Eizaguirre Mariscal y Amaia Eguiguren Arrasate.

Abc informó el pasado 25 de noviembre que en Cuba se hallan también Ramón Echevarría Garitacelaya, Okotz; José Antonio Múgica Arregui; Francisco Javier Pérez Lecue y el histórico Miguel Ángel Apalategui Ayerbe, Apala. La cancillería cubana desmintió que Apala, al que se implica en la desaparición del dirigente de ETA político-militar Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, residiese en su territorio, así como los otros 11.

Las autoridades españolas conocen la concentración de etarras en la isla caribeña, pero no han querido denunciar al régimen de La Habana. "Hay algún indicio, pero no se puede decir que sea una práctica consolidada ni constante", ha dicho el viceministro para la Seguridad, Ricardo Martí Fluxá. El ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, acepta que hay países que "son cierta retaguardia" de ETA, pero evitó citar a Cuba. Otras fuentes gubernamentales señalan que la hospitalidad del régimen de Fidel Castro con los etarras no tiene nada que ver con sus malas relaciones con el Gobierno de José María Aznar. El desembarco de militantes de ETA empezó en tiempos en que gobernaba el PSOE en España. Hace ocho años, los servicios cubanos dejaron de facilitar datos a España sobre el movimiento terrorista.

La acogida de etarras "es la expresión de una supuesta solidaridad revolucionaria mal comprendida y peor aplicada", comenta un diplomático. Todas las fuentes españolas consultadas descartan que Cuba permita que su territorio sea usado por ETA para planear acciones contra intereses españoles.

Las autoridades españolas y portuguesas, en contacto permanente sobre el caso, no descartan que alguno de los deportados haya intentado despistar a los servicios de información y pretenda reintegrarse a la actividad terrorista, después de los recientes golpes sufridos por ETA tanto en España como en otros países, informa

De hecho, ha habido varios antiguos deportados que se han reintegrado a los comandos operativos. El último caso descubierto es el de José Miguel Bustinza Yurrebaso, de 38 años, confinado en Cabo Verde en 1989, quien murió el pasado septiembre en Bilbao por disparos de la Guardia Civil. Según Interior, era miembro del núcleo duro del comando Vizcaya, junto con Salvador Gaztelumendi, muerto en el mismo incidente.

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