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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ampliación y dineros

EN EL Consejo Europeo que se celebrará en Luxemburgo el viernes y el sábado próximos, España tiene mucho en juego. Y una situación difícil para evitar el intento francés de que se fijen techos de gastos a la Unión Europea antes de haber contemplado qué costará la ampliación al Este. Precisamente porque España se juega mucho, no se entiende la inexplicada ausencia del ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes, en el Consejo de Asuntos Generales que preparó ayer en Bruselas esa cumbre. Delegar su representación en el secretario de Estado, Ramón de Miguel, no parece lo más conveniente ni lo más político para que España se haga oír con plena autoridad. Es una rareza más de la política exterior española.Hasta ahora, la postura del Gobierno ha sido maximalista. Aznar -que viajará en enero a Praga y a otras capitales centroeuropeas- defiende el principio de la ampliación, aunque con unas modalidades más abiertas a los países que no entren en la primera ola. Ampara la razón a la delegación española cuando afirma que la ampliación no se ha de pagar con dinero de las políticas agrícolas y de la cohesión económica y social para los Estados más desfavorecidos: cuando se agoten las actuales perspectivas financieras de la UE en 1999 -hay que negociar unas nuevas para el periodo 2000-2006- supondrán unas transferencias netas a España del orden del 2% de su PIB.

Hay una campaña de algunos de los países ricos para fijar en Luxemburgo el mantenimiento del actual techo presupuestario de la UE -equivalente al 1,27% del producto interior bruto de los Estados miembros- a la hora de hacer la ampliación. Una tesis conservadora que produjo ayer duros enfrentamientos entre Francia, que la propugna, y España, que calcula que la aplicación de la política agrícola al Este equivaldrá a un 0,19% más del PIB comunitario, y la de fondos estructurales y de cohesión, entre el 0,16% y el 0,30% más.

Los temas llegan, pues, abiertos a Luxemburgo. España puede aspirar en ese Consejo Europeo a que haya una decisión de principio sobre la ampliación y a que las cuestiones presupuestarias se aparquen -como también desea, por otros motivos, Alemania- hasta que se sepa más sobre ellas, y sobre todo hasta que se hayan celebrado las elecciones holandesas, en mayo, y las alemanas, en septiembre. De todas formas, si de Luxemburgo sale una estrategia para la ampliación de la UE que no cree nuevas líneas divisorias en Europa, habrá sido una cumbre histórica.

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