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Rusia vende casi la cuarta parte de sus reservas en oro y divisas para sostener el rublo

Asia cogió la gripe y Rusia una pulmonía. La última tormenta monetaria ha dejado temblando a este enorme país en plena transición económica. La tan anunciada recuperación está en peligro de muerte. El propio viceprimer ministro, Anatoli Chubáis, admite que la crisis ha provocado un retroceso de seis meses en la marcha de la economía. Para frenar la huida de capitales y apoyar el rublo, el Banco Central ha vendido oro y divisas por valor 5.000 millones de dólares (unos 745.000 millones de pesetas) en apenas un mes y ha subido espectacularmente los tipos de interés.

El Estado, incapaz de pagar su nómina, busca dinero en cualquier sitio, ya sea en el Fondo Monetario Internacional (FMI), en los bancos rusos o en los bancos extranjeros, a varios de los cuales acaba de pedir, según ha informado el diario británico Financial Times, un préstamo de 2.000 millones de dólares (unos 300.000 millones de pesetas).La Bolsa, con altibajos de vértigo, ha perdido buena parte de las ganancias que la convirtieron en la más rentable del mundo. El mercado de valores, con un alto grado de volatilidad, ha hecho multimillonarios a los especuladores y a los poseedores de información privilegiada, pero es un nido de víboras para el inversor desprevenido y sin buenas conexiones. Desde finales de octubre la bolsa ha perdido el 29% después de haber ganado en lo que iba de año el 150%.

El rublo sufre una fuerte presión para que rompa el estrecho corredor que, por decisión política, le liga al dólar, y ya se habla abiertamente del riesgo de devaluación. Estos días, la gente compra desesperadamente la divisa estadounidense. La cotización suele variar en uno o dos rublos por día, pero el lunes, por ejemplo, llegó a ser de más de 40, y se cruzaron operaciones por encima de los 6.000 rublos por dólar.

Reservas de divisas

El banco central ha tenido que utilizar buena parte de sus escasas reservas para controlar la caída de la moneda. Según su presidente, Serguéi Dubinin, a comienzos de diciembre había en caja, entre oro y divisas, unos 18.000 millones de dólares, casi 5.000 millones menos que un mes antes, unas cifras que demuestran que la capacidad de intervención es limitada.Los tipos de interés han subido espectacularmente, para evitar la huida de capitales, y ese hecho ha marcado la enorme diferencia entre la economía real y la política económica. El pasado mes, el banco central elevó la tasa clave de refinanciación desde el 21% al 28%, un porcentaje muy importante en un país con una inflación del 11%. Pero este tipo se queda muy atrás de subastas de bonos del Tesoro como la que se efectuó ayer, en la que el interés medió ascendió al 41,34% y hubo operaciones que incluso superaron la barrera psicológica del 50%. El banco había subido ya el lunes hasta el 36% el interés lombardo.

En estas circunstancias, las empresas tienen que pagar los créditos al menos 20 puntos por encima de la tasa de inflación, algo fuera del alcance de la mayoría de ellas, lo que compromete sus proyectos de expansión y frena las expectativas de recuperación económica. Por no hablar de las hipotecas, prácticamente inexistentes en el mercado inmobiliario ruso. La mayoría de las viviendas se pagan al contado.

El producto interior bruto ha caído en más de un 50% desde la desaparición de la Unión Soviética, hace seis años, y sólo ahora empezaban a producirse los primeros síntomas de que se había tocado suelo. Vana ilusión. Y no es que al Estado no le cuadren las cuentas, es que ni siquiera le sirven de referencia.

El presupuesto que se va a discutir en el Parlamento nacerá viciado porque los cálculos de financiación de la deuda quedan viejos con la subida de los tipos de interés. En cuanto al del año que acaba, baste decir que la recaudación de impuestos apenas si ha superado el 50% de lo calculado. Para más inri, el proyecto de nuevo código fiscal, sometido a más de 5.000 enmiendas en la Duma, promete atascarse indefinidamente.

Sin salarios

Millones de médicos, profesores, militares y otros empleados públicos, de las administraciones estatal, regional y local, llevan muchos meses sin cobrar sus salarios. La deuda federal supera los 250.000 millones de pesetas, pero los atrasos totales, incluyendo a los trabajadores del sector privado, superan los 1,4 billones de pesetas.El Gobierno busca a la desesperada dinero para pagarles, pero el Fondo Monetario Internacional se resiste a desbloquear incluso un tramo de 700 millones del dólares (unos 104.000 millones de pesetas) del crédito de 10.000 millones inicialmente acordado para tres años, las privatizaciones de empresas clave se retrasan y los bancos extranjeros a los que se ha pedido 2.000 millones se lo están pensando.

Los extranjeros están sacando del país miles de millones de dólares para salvarlos de la quema, pese a lo cual Dubinin sigue manteniendo la promesa de levantar a comienzos del año 1998 las restricciones al movimiento de estos capitales, que ahora establecen un periodo de preaviso de un mes.

Pero poner dificultades sería peor, ya que comprometería las posibilidades de que, cuando se calmen las aguas en los mercados, el dinero vuelva a Rusia.

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