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Preston asegura que Franco trató a la clase obrera española peor que HitIer a la alemana

El historiador polemiza con quienes hablan de autoritarismo en lugar de dictadura

Francesc Valls

Paul Preston, el autor de la más completa biografía de Franco, no se anda por las ramas. Para el profesor de la London School of Economics, en España hubo una dictadura gobernada con mano de hierro por un general: un temible militar africanista. No se trató, pues, de un simple y tibio autoritarismo. Ésa es una de las tesis que sostiene en su último libro, La política de la venganza. El fascismo y el militarismo en la España del siglo XX (Península), que ayer presentó en Barcelona. "El desprecio a la clase obrera que muestra Franco en la guerra civil fue más duro que el de los nazis; Hitler trataba mejor a los alemanes no judíos, claro. Y, desde luego, Mussolini, comparado con Franco, era un santo", afirma Preston.No sólo el historiador británico expresa esta opinión. Himmler, reichführer de las SS, de visita en Madrid en 1940 se mostró francamente impresionado por el trato del nuevo poder con los trabajadores. Por eso, entre otras cosas, Preston no puede compartir la opinión de aquellos que pretenden que en España hubo una suerte de régimen autoritario. "Esa idea cobra mayor fuerza casi al final de la guerra fría. Entonces hubo un momento en que a la política exterior americana le interesó apoyar a ciertas dictaduras suramericanas. Si se las llamaba fascistas hubiese costado vender esa ayuda", dice. "Juan José Linz y Stanley G. Payne son la vertiente española de esa operación de saneamiento. Ellos, cuando hablan de franquismo, se refieren a un régimen autoritario, lo cual supone que era menos malo que una dictadura fascista", asegura. Con ello, Preston no quiere decir que fascismo y franquismo sean iguales, sino insistir en la dureza del régimen. "Algunos, para exculpar a Franco, dicen que no era fascismo de verdad y es esa idea la que combato", agrega. Ésa es una de las partes del libro en el que repasa la actitud del Ejército español a lo largo del siglo XX, un ejército movidito: desde 1814 hasta 1981 ha participado en más de medio centenar de pronunciamientos o, golpes de Estado.

En 1943, el Ejército se llevaba el 53% del presupuesto nacional: todo en salarios. El propio Franco reconocía años más tarde ante el almirante Forrest P. Sherman que carecía de radares o equipos antiaéreos. Al acabar el desastre de Cuba, en 1898, España tenía más oficiales por cañón que el Ejército de Montenegro o el de Rumania. Algo parecido ocurrió al finalizar la guerra civil con los alféreces provisionales, auténtica legión de fieles a Franco.

Poco a poco la situación comenzó a variar. Con matices. En 1971, el general Angel Campano -dos Cruces de Hierro con la División Azul en la URSS- quería fusilar a 1.000 izquierdistas en plena fiebre de protestas por el Consejo de Guerra de Burgos. "Esos señores vivían en los años cuarenta", asegura Preston, para quién, afortunadamente, la situación ya s e ha normalizado. "El cambio biológico primero, luego la humillación del fracaso del tejerazo y finalmente el ingreso en la OTAN les ha acercado a otro mundo. Eso les ha eliminado la figura del enemigo interior, aunque también deberíamos analizar cuál es el enemigo exterior, porque yo no lo sé".

Ese cuadro dantesco hace intuir que en 1975 la transición debió ser lo más parecido a un milagro. "Además del gran papel que jugaron Suárez y Carrillo", asegura Preston, "el Rey fue clave para que los militares no se adelantasen con un golpe de Estado".

El historiador británico está convencido de que la situación es irreversible y por ello no ve especialmente preocupantes las opiniones de altos cargos de la dictadura, como Ricardo de la Cierva o Gonzálo Fernández de la Mora. "Los franquistas van a defender el franquismo: lo grave es que se lo dejen decir en televisión".

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