La mirada de Robert Capa regresa a Madrid
Un centenar de fotografías refleja el horror cotidiano de cinco guerras del siglo XX
Sus editores siempre le pedían imágenes de primera línea de fuego, el estruendo de la muerte en las batallas, pero Robert Capa prefería reflejar ese rostro humano de la guerra, gentes desoladas con ojos de infinita tristeza. "El hilo conductor de su obra es el triunfo de la condición humana sobre la adversidad" según su biógrafo, Richard Whelan, que ayer presentó una exposición de un centenar de fotografías que abarcan dos décadas del mejor reporterismo bélico del siglo, desde la guerra de España hasta el conflicto e Indochina. El horror cotidiano pero también la esperanza de vida están presentes.
Whelan no podía ocultar ayer su emoción por el regreso de Capa a un Madrid que fue una de las ciudades que más amó el fotógrafo. Convencido de que una victoria republicana en España eliminaría la amenaza del fascismo en Europa, Robert Capa (Budapest, 1913-Indochina, 1954) luchó con su cámara por la idea de que la capital española sería la tumba del totalitarismo. Su pasión por España no sólo obedecía al cerebro, sino también al corazón ya que Capa perdió a su amante, Gerda Taro, en la batalla de Brunete, aplastada por un tanque. Madrid, Aragón, Cataluña y Andalucía fueron algunos escenarios visitados por Capa, que formó parte de esa generación de brigadistas y de periodistas que identificó España con la trinchera contra el fascismo.Salvo una muestra el pasado mes de febrero en Bilbao, se trata de la primera ocasión en la que Capa regresa a España. La muestra organizada por la Fundación Caja Madrid permanecerá abierta en la sala (Eloy Gonzalo, 10) hasta el próximo 14 de diciembre. En las semanas siguientes la exposición viajará a Barcelona y Zaragoza. Richard Whelan anunció ayer que los propietarios del legado de Capa están en negociaciones con un museo español, que el biógrafo no quiso concretar, para que el fotógrafo cuente con una colección permanente en España.
Junto a la guerra civil española, imágenes de la invasión japonesa de China en 1938, del desembarco en Normandía y de la conquista aliada de Sicilia en la II Guerra Mundial, del París liberado, del Berlín destruido, del conflicto de Oriente Próximo entre 1948 y 1950 desfilan por una exposición clave para entender la trayectoria de Capa.
La última foto
Vitalista, divertido y generoso, en palabras de su biógrafo, Robert Capa se alegró del fin de la II Guerra Mundial y comentó que por fin podría encargar una tarjeta de visita con la leyenda de "Fotógrafo de guerra en paro". Pero la infernal maquinaria de guerra en el mundo no se detuvo y Capa murió al pisar una mina en Indochina mientras seguía a un destacamento francés en el delta del río Rojo en 1954. La exposición incluye la última foto de Capa justo antes de morir.Antes había adoptado la ciudadanía estadounidense en 1946, había tenido un romance de dos años con Ingrid Bergman y había cultivado la amistad de monstruos del cine como John Huston. "Robert Capa quiso dedicarse al cine, pero odiaba tanto el ambiente de Hollywood que desistió del empeño", señaló Richard Whelan. Su amigo y compañero Henri Cartier-Bresson dejó escrito: "Capa llevaba el traje de luces del torero, mas nunca hizo la suerte de matar; gran diestro, se batió por sí mismo y por los demás con generosidad en medio de un torbellino. La fatalidad quiso derribarlo en plena gloria". Quizás no podía ocurrir de otro modo el trágico final del fotógrafo que había afirmado: "Si sus fotografías no son suficientemente buenas es porque permanece demasiado alejado".
Babelia
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