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Reportaje:

'Niños de la guerra' en apuros

Asuntos Sociales retira la ayuda para acoger a un grupo de españoles que regresaron de la URSS

La Dirección General de Migraciones del Ministerio de Asuntos Sociales retirará a partir del 1 de enero de 1998 la subvención que hasta ahora recibía la residencia El Retorno, situada en Valdeolmos-Alalpardo (Madrid), para albergar a una veintena de niños de la guerra que regresaron a España desde la antigua Unión Soviética. Forman parte del contingente de 2.784 españoles que en su infancia, durante la guerra civil y para protegerles, fueron enviados allá por sus padres y por las autoridades republicanas. Tras ser recibidos en la URSS con afecto, según los niños consultados, estudiaron y se criaron en la esperanza de regresar un día a España. Mediados los años cincuenta, algunos intentaron el regreso. Pocos lo consiguieron. Tras el desmantelamiento de la URSS, lograron retornar a, España a partir de 1993. Una institución española, la Fundación Gumiel, financiada con fondos que legara un escultor aragonés a su amigo el sacerdote Víctor Mirón, recientemente fallecido, obtuvo del senador socialista José Prat, 37 años exiliado, la ayuda necesaria para realizar aquel sueño. La iniciativa, culminada en la residencia El Retorno, fue subvencionada por el Gobierno español y la Asociación Iberoamericana, que fundara Prat, ya fallecido.La decisión adoptada por el Ministerio de Asuntos Sociales obligará a los niños, hoy ancianos, a pagar una media estimada en 5.000 pesetas diarias por su alojamiento para poder permanecer en El Retorno. La dirección de este centro asegura que tiene que cobrarles, pese a que muchos de ellos únicamente disponen de pensiones equivalentes al mínimo salario interprofesional.

El texto del convenio regulador de su estadía, firmado en febrero de 1996, especifica que "el tiempo de permanencia en el albergue será el mínimo necesario que medie entre la llegada a España del residente admitido y el acomodo definitivo en la comunidad autónoma correspondiente o en su medio familiar". Indica además el texto que "el tiempo máximo de estancia no superará como regla general los seis meses". Algunos de los niños han permanecido casi cinco años y todos ellos superan los seis meses. "Podrán permanecer en El Retorno hasta el 1 de enero de 1998 acogidos a los beneficios del presente convenio", señala el documento.

Los afectados se quejan de que la Fundación Gumiel, gestora de El Retorno, firmara un nuevo protocolo sin tenerles en cuenta. "Lo hicieron sin consultarnos y sin avisarnos siquiera, pese a ser nosotros los únicos afectados por tal decisión asegura Luis Lavín, ex aviador e ingeniero de 72 años.

"Eso no significa que se les eche a la calle, sino que el ministerio deja de darnos la subvención que nos daba por ellos, con lo cual tendrán que ser los residentes quienes abonen su cuantía si desean permanecer aquí", dicen por su parte fuentes de la dirección del centro. "Tienen la posibilidad de irse a otra residencia de la comunidad, donde sólo les cobrarán un porcentaje de sus ingresos, pero algunos no quieren hacerlo", agregan las mismas fuentes.

Los afectados replican: "Nos han engañado, porque al principio nos prometieron que esto era para el resto de nuestra vida; hemos dejado aquí material de trabajo y nuestro esfuerzo", destaca Lavín, ya que algunos de ellos realizaron labores dentro del albergue que les fueron parcialmente remuneradas, según asegura. "Salí de Bilbao con trece años y he trabajado en Rusia cincuenta años más. Y ni España ni Rusia nos dan una solución definitiva", se lamenta. La actual Duma, el Parlamento ruso, se niega a pagarle pensión, y hoy recibe 36.505 pesetas al mes que le abona el Gobierno español.

Hay otros como él. Francisco Hernández vivió y trabajó en Rusia desde los 13 hasta los 70 años y ha permanecido dos años en El Retorno. "Parece que todo esto se hubiera convertido en un negocio feo. Queremos que nos faciliten una forma de vivir por nuestros medios", agrega.

Fuentes del Ministerio de Asuntos Sociales aseguraron que "se trata de que esta residencia sea realmente un lugar de tránsito, como fue concebida en un principio, y no se convierta en una vivienda permanente", y añaden que "no puede haber movimiento de emigrantes que regresan a España si los niños de la guerra se instalan de forma definitiva".

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