_
_
_
_

El Congreso niega a Clinton la autoridad para negociar futuros acuerdos comerciales

El presidente norteamericano, Bill Clinton, confesó ayer en una comparecencia ante la prensa en los jardines de la Casa Blanca su "profunda decepción" por haber sufrido la más grave derrota política de su segundo mandato presidencial y por el hecho de que se la hayan propinado sus correligionarios demócratas. La oposición de los demócratas ha impedido que el Congreso le conceda a Clinton el privilegio denominado fast track (vía rápida) a la hora de negociar acuerdos comerciales con América Latina y otras áreas de economías emergentes.

En la madrugada de ayer, tras horas de duro debate parlamentario en la Cámara de Representantes, Clinton le pidió a Newt Gingrich que aplazara indefinidamente la votación prevista sobre el fast track. Gingrich, el presidente de la Cámara, había cumplido su compromiso con Clinton y la mayoría de los republicanos estaban dispuestos a votar a favor de concederle al titular de la Casa Blanca manos libres en las negociaciones comerciales. Pero tan solo unos cincuenta de los 205 congresistas demócratas se situaban en el bando de Clinton.Hacía tiempo que una sesión de la Cámara de Representantes no despertaba tanta pasión, y hacía también tiempo que sus miembros no pasaban en el Capitolio toda la tarde y noche del domingo y la madrugada del lunes. Disponer del fast track, un privilegio del que han disfrutado durante 20 años y hasta 1994 todos los presidentes, era muy importante para Clinton, que desea hacer de la expansión del libre comercio el gran legado internacional de su presidencia.

El fast track supone que el Congreso de EE UU se compromete a no enmendar los acuerdos comerciales con terceros países suscritos por la Casa Blanca, sino tan solo a aprobarlos o rechazarlos en bloque y sin demora. Sin ese instrumento, el presidente de EE UU es lo que en el argot norteamericano se llama un lame duck o pato cojo. Los socios de EE UU se niegan a negociar y suscribir con la Casa Blanca acuerdos que luego pueden ser profundamente alterados en el Capitolio de Washington.

En la noche del domingo al lunes, mientras en el hemiciclo se iban sucediendo las intervenciones a favor o en contra del fast track, Gingrich, aliado de Clinton en esta, ocasión, presionaba a los suyos para que dejaran de lado su animadversión al presidente y le dieran manos libres en materia comercial. Gingrich decía que los republicanos tenían la oportunidad de darle un puñetazo en los morros a los sindicatos y a los ecologistas, dos de las bestias negras del partido del elefante.

Por su parte, Clinton y sus colaboradores telefoneaban o se entrevistaban con los congresistas demócratas para que cesaran en su hostilidad al fast track. A cambio les ofrecían cualquier cosa que pudiera hacer felices a sus electores.

A primeras horas del lunes, Clinton arrojó la toalla y pidió a Gingrich que suspendiera la sesión de la Cámara. Gingrich anunció que la Cámara no volverá a estar lista para otro debate sobre el fast track al menos hasta comienzos de 1998.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Derrota severa

Aunque ha evitado el bochorno supremo de ser puesto en minoría en una votación parlamentaria, Clinton ha encajado una severa derrota. No podrá acudir con las manos libres a la cumbre económica de los países del Pacífico (APEC), que se celebrará a finales de este mes en Vancouver (Canadá). Y se ha mostrado incapaz de liderar al Partido Demócrata por el camino centrista e independiente de los sindicatos que desea.Clinton reconoció ayer que no tiene en este asunto mayoría en su propio partido, pero dijo que considera "temporal" la derrota y que va a "reagrupar" sus fuerzas. El presidente insistió en que un tercio del actual crecimiento vigoroso de la economía de EE UU proviene del comercio exterior.

Ganaron los sindicatos, y en concreto la poderosa central AFL-CIO, a la que muchos demócratas deben sus escaños. La AFL-CIO había destinado dos millones de dólares (alrededor de 390 millones de pesetas) a hacer presión para que no se aprobara el fast track. Y había anunciado que haría campaña para que, en las elecciones legislativas de 1998, sus 13 millones de afiliados no apoyen a los legisladores demócratas que favorezcan la firma de unos acuerdos comerciales que la central asegura que se traducirán en pérdidas de empleos y rebajas salariales en EE UU.

Clinton desea usar el fast track para incorporar a Chile al Tratado de Libre Comercio (TLC), firmar acuerdos comerciales con otros países latinoamericanos y promover el Área de Libre Comercio de las Américas, una idea aprobada hace tres años en la cumbre continental de Miami. Pero los congresistas demócratas insisten en que EE UU no debe desmantelar las barreras frente a países latinoamericanos descritos por los sindicatos como explotadores de la mano de obra, y por los ecologistas como destructores del medio ambiente.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_