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Homenaje de los poetas del 50 a Angel González

Poesía, amistad y alcohol. Tres ingredientes para un grupo, el de los poetas del 50, que rehúye la etiqueta de generación y que desde ayer protagoniza un homenaje en Oviedo, su ciudad natal, a uno de sus más, relevantes oficiantes: el poeta Angel González."Te queremos", fue la expresión que más veces oyó ayer el autor de Áspero mundo y Palabra sobre palabra. Se revalidaba así una vieja amistad, antecesora incluso al mero hecho literario que acabaría por fundirlos bajo el paradigma de la llamada "poesía social" y poesía de la experiencia".

"Antes de que nos dedicáramos a escribir ya éramos un grupo de amigos y grandes lectores. Pero la amistad era lo más importante", señaló ayer José Agustín Goytisolo. Angel González abundó en la misma idea: "Hemos compartido un tiempo en el que se hacía y se hace buena poesía. Ha sido una buena disculpa para estar juntos".

Camaradería

Ese vínculo de afecto y camaradería ha perdurado hasta hoy y el mismo homenaje a Ángel González, organizado por la asociación Tribuna Ciudadana, es una manifestación preclara de ello, y en doble sentido. Porque si todos los autores del grupo se han volcado con González -sólo han faltado, por razones de fuerza mayor, Claudio Rodríguez y Francisco Brines-, previamente Ángel Gonzáliez ya había impuesto a los organizadores la condición inexcusable de que el homenaje se hiciera extensivo al conjunto de los poetas del 50.José Manuel Caballero Bonald sintetizaba así las sólidas relaciones de complicidad que han urdido tan insólito grupo de colegas y, sin embargo, amigos: "Hemos compartido experiencias, luchado contra el medio hostil que nos rodeaba y salido a flote. Que nos quiten lo bebido".

El alcohol como compañero y amigo fue de nuevo una nota recurrente para delimitar el perfil humano de este colectivo de poetas. La víspera ya habían trasnochado algunos y Fernando Beltrán no pudo por menos que referirse a la capital asturiana como "la etílica ciudad de Oviedo, al menos por esta noche". De suerte que Ricardo Labra, del antiguo grupo poético Luna de Abajo, se refirió al poeta, académico y premio Príncipe de Asturias de las Letras como "Angel ético, solidario y vividor, en ocasiones hasta agotar las aristas de la noche".

Pero nada de esto hubiera tenido trascendencia si, entre trago y trago, estos amigos noctámbulos no hubieran hecho posible uno de los periodos más venturosos de la poesía española de este siglo. "No somos una generación", aseguró Goytisolo, "porque, aunque ha habido temas comunes -cómo no los iba a haber-, cada cual los ha abordado a su manera, con su propio estilo, cada uno perfectamente reconocible".

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